Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.

viernes, 13 de abril de 2012

La gallina constantinopolitana entre la dehesa y la Moraña

Terminé "Las gallinas del licenciado" de Jimenez Lozano que es muy recomendable. No quiero destriparla. Va de Cervantes, es ficción y está escrita en un castellano de la época. La trama se va abriendo con recovecos y encuentros que no son casuales, Esquivias, Sevilla, Valladolid y por supuesto Constantinopla y Lepanto. Tiene a ratos ironía, otras tristeza. Salen gallinas que hablan en griego, bizantinas y constantinopolitanas por más señas. Basilisa, tesoro bien preciado, dote del tío licenciado para su sobrina de hacienda menguada, discusiones de éste sobre Aristóteles y sus esencias y potencias. Todo con un vocabulario que te hace pararte para buscar en el diccionario. Me he sentido escolar de nuevo.
Es nosotros como fuimos alguna vez y no hemos dejado de serlo. Es literatura que pide un lector que no quiera algo fácil, un mundo que agonizó y otro en paralelo, el de la propia escritura de Lozano, que también se extingue por rara y perfecta y que trabaja con amor y conocimiento la palabra y lo que cuenta. Las prisas y el marketing, lo que gusta aparentemente, tienen mejor prensa.

Bajo y subo, y subo y bajo, aunque realmente estando Ávila tan alto cuando subo es realmente que subo después de haber atravesado Guadarrama y luego bajado algo pero menos.

La paramera esa de Ávila en nublado y apenas amaneciendo se da un aire a Escocia como Segovia viniendo por la autopista de los pinares desde Valladolid se da otro a película del farwest.

Marcho hoy a ver a Pilar a mitad de camino entre Urueña y Ávila. Voy dejando la dehesa del Pedrosillo a mi izquierda. Verde encina, verde el campo, cada gota de agua es oro, que llueva o que nieve. Más adelante la sorpresa de ese verde Castilla en primavera, el de las puertas de los corrales ahora está en los campos. La Moraña está preciosa camino de Ávila.

Al volver a casa veo toda la sierra nevada detrás de Ávila. El pasado miércoles no estaba así. Comemos, leo y de nuevo vuelvo al tajo laboral y de papeles. Olimpia duerme a mis pies, feliz ella.

2 comentarios:

Retablo de la Vida Antigua dijo...

Recuerda un tanto a Cunqueiro lo de la gallina constantinopolitana.

Mis saludos doña Aurora.

Máster en nubes dijo...

Tengo que leer a Cunqueiro. Leí algo hace tiempo, no me acuerdo bien, y me lo han recomendado. Buen domingo de misericordia D. Retablo.