Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.

lunes, 30 de abril de 2012

"Suite francesa" de Irène Némirovsky (y suite a la española de paso)

JM Domínguez (Memoria métrica) me recomendó hace tiempo que leyera a Irène Némirovsky. El caso es que cogí "Suite francesa" que regalé a M. estas Navidades. La he devorado: impresionantes texto e historia de la propia autora mientras la escribía en la Francia ocupada. Ella acabó en un campo de exterminio. El manuscrito acompañó a sus hijas que quedaron también sin padre y fueron de orfanato en orfanato.

"Suite francesa" es un libro ya para mí imprescindible por calidad literaria y por lo que cuenta: la entrada en París de los alemanes mientras huyen los parisinos, y luego la ocupación a través de estampas y relatos que se entrelazan. Es la fuga, muchas fugas, intentando salvar lo que no puede salvarse o conservar lo que es totalmente secundario y, en cambio, a menudo inconscientes ante lo que es importante.

La guerra, vuelvo a darme cuenta de nuevo, está hecha de heroísmos puntuales y de muchas miserias y cobardías que Irène Nemirovsky cuenta magistralmente. Respiras el ambiente y los personajes, tocas el campo, las casas, los objetos, los animales, de lo bien que describe siempre. Y tiene mérito, porque el ritmo narrativo mantiene la tensión, la novela te atrapa.

Me gustaría pensar que todo ello es pasado. Pero lo más espeluznante del libro es que sabes que en situaciones de crisis, duras, no de guerra solo, de hambre o necesidades, o como la que estamos viviendo ahora en España, seguramente seríamos capaces de hacer las mismas barbaridades, de ser igualmente pequeños y miserables.

Me temo que es muy posible una suite española en estos momentos de debacle.

Soy optimista en el largo plazo porque creo que aquí estamos de paso. Pero en el corto me parece que se puede robar un coche a una pareja de enamorados y dejarles tirados a la intemperie, o que unos huérfanos acaben matando a quien les guía. Podemos estar pendientes de las más absolutas nimiedades, de nuestro pequeño confort, pegados a luchas intestinas o personales, mientras todo cambia, y no queremos aceptarlo, enfrentarnos a ello o luchar realmente. Ayer y hoy existen Gabriel Corte entre los intelectuales, hay familias como las que Némirovsky retrata, Michaud que no hicieron mal a nadie, Pericand viviendo del pasado, gente de pueblo desconfiada y mala, amor al dinero por encima de todo. Hay odios pequeños y grandes. Y hay políticos que no dan la talla. Nos falta grandeza, generosidad, magnanimidad, unidad de verdad, solidaridad que no sea una palabra.

Los cobardes y pequeños no fueron los franceses solo. Me parece que es cierta Europa la que la autora retrata, no únicamente Francia, esa civilización occidental que se mira demasiado el ombligo y a la que al final alguien tiene que sacarle las castañas del fuego. Entonces y ahora. Aunque quizás ya nadie nos las saque.

El libro de Irène Némirovsky es desolador, tal y como lo tenía concebido ni siquiera pudo acabarlo. Hizo sólo las 2 primeras partes.

Es complicado ser consciente y a la vez tener esperanza.

PS: Me cuentan del cartel que alguien ha colgado al abrir un gran centro comercial con la que está cayendo. "Yo confío en España". Quizás ese sea el giro que necesitamos, confianza en uno mismo, en los demás, y unidad.

jueves, 26 de abril de 2012

Del trabajo forzado al de forzarse (Con el yo y contra él)

Leo el último libro de ficción de un conocido sociólogo. Me apetece el tema y él me parece un hombre con fundamento, que diría Arquiñano. Y quiero leer a mis contemporáneos, no sólo a muertos. Encargo la novela a Gema de la librería Letras de Ávila. Cuenta cosas interesantes, desde luego. Muchas, quizás. Es posible que tantas pidieran más un ensayo que esta novela, que me parece muy forzada.

Aprendo algo importante: escribir una novela es dificilísimo, incluso para personas con experiencia, con muchas lecturas y costumbre de escribir, como es éste el caso.

Una novela se va de las manos fácilmente. Es mucho el tiempo y el trabajo que demanda, y no solo de técnica o mental, también de otra clase. Lo digo como lectora aficionada y en relación a lo que a mí me gusta en literatura, con lo que disfruto más. No soy ni filóloga ni crítica profesional.

Tengo la sensación de que la novela es un trabajo interior de titanes, desde el yo y contra el yo a la vez.

Un yo que permita escribir. Da igual la voz del narrador desde la que que se haga. Interior fuerte y rico, recursos, trabajo mental, técnica y diálogo con uno mismo -sí, no, fuera esto, mal esta trama, quítalo todo, así no hablaría, buscar un adjetivo en toda una tarde, etc.-.Es un yo esforzado por hacerlo mejor, una vez, y otra, y otra.

Y un yo que se quede fuera de combate, ko ahí mismo, en la mesa, acabado. No por agotamiento del trabajo, que también, sino porque lo que se cuenta no es el autor, es otra cosa, aunque le haya utilizado.

Como lectora de novelas no veo ese trabajo del yo esforzado y del otro yo que se ha forzado para difuminarse. Cuando están ambos son subterraneos, ocultos, no se notan. Sé que están detrás por el resultado: me gusta o no me gusta lo que estoy leyendo.

Mea culpa siempre. Lo ves y caes. Y no es solo un tema de principiante. Le pasa a gente muy avezada. Consuela un poquito.

martes, 24 de abril de 2012

La laguna del oso

Casi terminada la tarea decido darme un descanso. Necesito campo. Cojo el coche y nos vamos Olimpia y yo a la laguna del oso del pueblo con el mismo nombre en mitad de la Moraña.

Gredos y la Serrota me tiran, pero si miro al sur no hago más que ver cumbres borrascosas y estoy de cumbres borrascosas hasta el alma. No puedo más de lluvia, viento y frío.

El domingo vi 2 golondrinas que no entiendo cómo han llegado. Me acordé del cuento del Príncipe Feliz de Wilde y volvi a leerlo, tan triste, tan ... ¿Wilde?

Cojo la carretera más secundaria. Voy por Vega de Santamaría y luego Navares, un camino precioso y sin nadie. Llego al Oso, naturalmente me paso, no veo la señal.

-Perdone Vd. que le moleste... ¿La laguna?....

Un paisano mayor, aunque mayor ya soy yo, él es anciano, está en la parada del autobús esperando a nada. Me da conversación. Hablamos del frío, claro.

Hace una tarde preciosa pero con un viento que tira de espaldas. Dos mastines ladran a Olimpia hasta cansarse. Seguimos andando. Naturalmente sigue sin haber un alma.

Necesitamos que llueva más, hace falta más agua.

Vuela lo que creo que es una imperial, luego otra a mi izquierda. Me he dejado los prismáticos y es a ojo y gafa como reconozco algunos patos y otra rapaz gris, ¿lagunera? No sé, creo que sí. Hago un par de fotos con el móvil.

Volvemos sobre nuestros pasos. Intento tomarme algo en el pueblo, no encuentro el bar. Vuelvo por el otro lado. Llegamos a Ávila, muchos vencejos en las murallas. En Madrid según mi informante llegaron el 9 de abril. Pobres pájaros, qué frío están pasando.

domingo, 22 de abril de 2012

Listas y lugares (Así son las cosas I)

Hago listas para todo y voy tachando o poniendo una cruz: hecho, hecho y hecho. Tengo mi vida llena de post-it amarillos, azules y rosas.

Bueno, esas son un tipo de listas a las que soy aficionada. Pero hay otras que también hago.

"Cosas que no voy a aguantar", quizás mejor decir que no aguanto.

 "Cosas que no me importan", la lista es cada vez más larga.

La verdad es que no me hace falta escribir estas dos listas. Están muy adentro y se han ido haciendo solas. Pero las repaso mentalmente de vez en cuando.

Con los años creo que se puede ganar en cierta libertad. Parte de ella es no tener "obligaciones sociales", vamos a llamarlo así. No entiendo las comidas de trabajo, por ejemplo. Mucho menos las cenas. Si estoy comiendo o cenando no puedo trabajar a la vez. Y si son amigos entonces ya no es trabajo. Comer o cenar, compartir mesa, vino y mantel con alguien, para mí significa algo importante.

Con los años se gana en cierta soledad, eso también pasa. Y una independencia que ya no vendes ni por un plato de lentejas ni por nada (si en el banco hay algo, claro). Te vas aficionando y cada vez eres más rara.

Quizás no es sólo independencia, es también pereza o simple y llano aguante.

Con los años, ay, hay cada vez más personas y cosas que no soportas. Muy mal, es poquísimo cristiano.

Es posible que el mundo a veces esté bien hecho: da la energía, el tiempo y las cualidades necesarias a quienes deben estar en determinados lugares. Y las quita a quienes van a dar más fruto en otros. Espero que sea eso y no manías de vieja.

En mi cocina y en nuestra casa, en silencio, soy feliz cocinando, leyendo, escribiendo y trabajando. Por este orden. Así son las cosas.

martes, 17 de abril de 2012

Dechados

Hebras de colores y pequeñas puntadas.

Ensayos unidos en un lienzo blanco, conjunto de muestras de lo que unas manos con aguja e hilo  hacen:  vainica a un lado, punto de cruz en el centro, bordados y hasta ojales.

Dechado lo llaman.

Y puede ser ejemplar o simplemente un esforzado muestrario, sampler. Tienen su encanto un nudito mal disimulado –debía estar detrás y no delante-, la S que quedó francamente inclinada o aquella costura demasiado tirante.

A veces se acaba por enmarcar esa tela tan trabajada.  Y se cuelga en algún rincón de la casa.

El mundo de los afectos es un dechado en su variedad y por sus fallos. Sudan las manos, hay puntos que no salen.

(Las fotos -y los trabajos, ahí sí que ejemplares- son de  The fanatical Seamstress, un hallazgo.)

domingo, 15 de abril de 2012

Lluvia amorosa

Es uno de los términos que explica María Ángeles Sastre en el cultural "La sombra del ciprés" del Norte de Castilla este sábado. La leo como también escucho a Sagrario Fernández Prieto en Esradio. La primera con "Uso y normas del castellano" y la segunda con sus "Palabras al aire" enseñan cómo hablar y escribir mejor, los errores que cometemos, qué opciones -que hay muchas- para expresar algo en un buen castellano. Para una laista, entre otros muchos defectos gramaticales que tengo, es bueno escucharlas.

Duración e intensidad de la lluvia son dos de los factores para tanto término y expresión como utilizamos. La lluvia amorosa, que yo no conocía, es un chirimiri o sirimiri, constante y suave, como un calabobos, que también la llaman. Frente al chaparrón, a ese caen chuzos de punta, al está jarreando, it's raining dogs and cats, que dicen los británicos, la lluvia amorosa, también mojina en otros lares, humedece el campo. Deja tiempo para que penetre el agua, no como esas lluvias torrenciales que tanto se dan en algunos lugares de España.

Ayer nos cayó un breve granizo con furia. Salía con la perra e intentamos cobijarnos bajo una encina muy grande. Corrimos luego, nos calamos hasta los huesos. Eran además pequeñas agujas, cuchillitos de agua que se clavaban. Llegamos a casa y tuve que cambiarme y secarme el pelo. Cuando fui a la cocina lucía ya el sol. Luego llovió otro rato. Todo muy de abril. Y así estuvimos la tarde. Eché esa siesta que no lo es metida en la cama leyendo. Me quedé escuchando las ráfagas de aire y la lluvia golpeando mientras yo estaba en casa, a salvo. Entró Gonzalo en el cuarto.

-¿Qué haces?
-Oyendo la lluvia y pensando.
-¿Y en qué piensas?
-En tu amparo.
-Tú también me amparas...
-Vale.

Domingo de misericordia hoy, el siguiente domingo tras la pascua. Y abril hace lo que tiene que hacer. Que caiga más agua.

viernes, 13 de abril de 2012

La gallina constantinopolitana entre la dehesa y la Moraña

Terminé "Las gallinas del licenciado" de Jimenez Lozano que es muy recomendable. No quiero destriparla. Va de Cervantes, es ficción y está escrita en un castellano de la época. La trama se va abriendo con recovecos y encuentros que no son casuales, Esquivias, Sevilla, Valladolid y por supuesto Constantinopla y Lepanto. Tiene a ratos ironía, otras tristeza. Salen gallinas que hablan en griego, bizantinas y constantinopolitanas por más señas. Basilisa, tesoro bien preciado, dote del tío licenciado para su sobrina de hacienda menguada, discusiones de éste sobre Aristóteles y sus esencias y potencias. Todo con un vocabulario que te hace pararte para buscar en el diccionario. Me he sentido escolar de nuevo.
Es nosotros como fuimos alguna vez y no hemos dejado de serlo. Es literatura que pide un lector que no quiera algo fácil, un mundo que agonizó y otro en paralelo, el de la propia escritura de Lozano, que también se extingue por rara y perfecta y que trabaja con amor y conocimiento la palabra y lo que cuenta. Las prisas y el marketing, lo que gusta aparentemente, tienen mejor prensa.

Bajo y subo, y subo y bajo, aunque realmente estando Ávila tan alto cuando subo es realmente que subo después de haber atravesado Guadarrama y luego bajado algo pero menos.

La paramera esa de Ávila en nublado y apenas amaneciendo se da un aire a Escocia como Segovia viniendo por la autopista de los pinares desde Valladolid se da otro a película del farwest.

Marcho hoy a ver a Pilar a mitad de camino entre Urueña y Ávila. Voy dejando la dehesa del Pedrosillo a mi izquierda. Verde encina, verde el campo, cada gota de agua es oro, que llueva o que nieve. Más adelante la sorpresa de ese verde Castilla en primavera, el de las puertas de los corrales ahora está en los campos. La Moraña está preciosa camino de Ávila.

Al volver a casa veo toda la sierra nevada detrás de Ávila. El pasado miércoles no estaba así. Comemos, leo y de nuevo vuelvo al tajo laboral y de papeles. Olimpia duerme a mis pies, feliz ella.

miércoles, 11 de abril de 2012

Leyendo a salto de mata

La melancolía tiene que ver con el clima. En nublado y con frío cuesta un poco más ser alegre. Pienso en Doctor en Alaska donde es posible vivir bajo cero y tener guasa. En todo caso hago un hueco para leer entre memoria corporativa, cocina, orden, desorden y viajes. Leer, como cocinar, me cambia el ánimo.

El mejor escribano hace un borrón. Nunca pensé que algo de Zweig podía no gustarme, pues ya lo he encontrado. En el libro de cuentos "Sueños olvidados" de Alba hay uno que me ha parecido no malo, horroroso. Lo escribió con 19 años. Anima leerlo, la verdad. Caes en la cuenta de que se mejora a base de práctica, de muchos años, de acertar y equivocarse. Hasta los más grandes han metido la pata. En cambio el mismo volumen contiene "Mendel el de los libros" que ya leí hace un par de años en Acantilado y me encantó. Más recientemente he leído "Ardiente secreto", una novelita corta que publicó también El acantilado, una maravilla. Es el texto para la próxima sesión del club de lectura del que espero formar parte en Ávila.

Hago otro hueco entre contrato de arras y follones varios. Tengo muchas ganas de hincarle el diente a Jimenez Lozano y "Las gallinas del licenciado" viajaban conmigo sin que pudiera abrir una página con los Cuentos de Unamuno que Páginas de Espuma ha sacado recientemente.

Me pongo a leer a Jimenez Lozano y acabo descuidando los temas laborales, me engancho. Creo que lo acabaré esta noche, es entretenidísimo y tan bien escrito que da envidia. Me acuerdo de Retablo de Vida Antigua a quien le gustaría tanto, quizás ya lo conoce, de amigos y conocidos, Raquel, entre otros, con eso de las gallinas griegas disfrutaría un montón.

Más. Viajes. Llovió y nevó, el campo ha mejorado. Me animo con el verde del campo y viendo que en Ávila hay iniciativas tan interesantes como CuentaCuarenta, ya llegué tarde, pero lo importante es que siempre hay personas que tienen ganas de hacer cosas, que se mueven, que son interesantes.

martes, 10 de abril de 2012

Libreros con encanto (Los últimos románticos)

Intento hacerme a la nueva ciudad. Visito un par de librerías, la de Senen en la plaza y otra en en el Paseo de San Roque a la que he vuelto varias veces. Gemma trabaja en el museo provincial, canta en un conjunto de rock y es librera por las tardes. Por la mañana es su hermana Belén quien está en "Letras", una librería activa donde las haya: talleres para niños, clubs de lectura, lecturas en voz alta y muchas, muchísimas ganas.

Utilizo el término "libreros" que incluye a las libreras, ellas, sin necesidad de tener que decir "os" y "as" a cada paso, así me lo enseñaron.

Rafa y Mercedes del Rincón Escrito en Urueña encabezarían esa lista de libreros con encanto, una guía posible y deseable. Quizás  sean los libreros los últimos románticos.

Hago una lista rápida de las que conozco y frecuento en Madrid y Valladolid y otras más puntuales en ciudades que visito. ¿Y si me pusiera a escribir sobre ellas?

Se llevaron la biblioteca de nuestros padres y la casa quedó huérfana y desnuda, con huecos por todas partes. La guía debería tener una subsección de libreros de segunda mano. Jesús Ortiz de Mil Razones va dejando en su facebook notas sobre liberías visitadas interesantes. Hay bitácoras dedicadas solo a librerías de niños, las hay fantásticas.

Otra alegría más de la Pascua y en general de la vida son todas esas librerías y libreros con encanto, Definitivamente, ya sin dudas, son los últimos románticos.

domingo, 8 de abril de 2012

Alegría

En Ávila donde, como dicen, hay dos estaciones, el invierno y la estación de tren, hoy ha salido ese sol tan propio del domingo de Resurrección.

Mudanzas y cambios a los que adaptarse, cajas pendientes de abrir y colocar, desorden, dificultades y preocupaciones, asuntos que no acaban de cerrarse.
En misa el párroco de San Pedro Bautista predica sobre la alegría. "Hay pocas cofradías de la Resurrección, de la Pasión hay muchas. Debe de ser que los seres humanos conocemos bien el dolor, nos sentimos más identificados, y, en cambio, la resurrección nos queda más lejana."

La depresión es una enfermedad dura, incomprendida y a menudo mal enfocada, ni siquiera a veces se diagnostica o se trata. La desesperanza quizás sea otra. Se habla mucho de la depresión, menos de la desesperanza, es como si tuviéramos que vivir desesperanzados.

Pienso que hay falsos alegres como hay tristes falsos. Es decir, alegres que lo parecen y no lo son, y tristes aparentes, que por debajo son alegres. Son alegres callados, alegres discretos o menos vitales, "tranquilos alegres" podríamos llamarlos.Y luego hay penas mal cicatrizadas, acumuladas, que no se superan, personas despedazadas por un dolor que les partió de parte a parte.
A veces la pereza se mezcla con agotamiento: tristeza al canto. El dar vueltas, demasiado, hacia dentro o hacia fuera, acaba también produciendo desánimo. La excesiva soledad o el excesivo acompañamiento, el no poder refugiarse en la soledad de vez en cuando, o el tenerla a ésta por única compañera, el ruido interno o externo constante, dan tristeza. Y pueden ser melancolías esporádicas, pasan.
También existen personas con "alma rusa", que decía mi padre.

Debajo de lo transitorio, como es el estado de ánimo, que cambia, está el carácter. Aunque también éste cambia.

Una madre pidió una vez un solo don para la hija que esperaba, la alegría. Era lo que más le importaba.

Quizás la alegría se alimente de silencio y esperanza a partes iguales.