Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.

lunes, 27 de junio de 2011

Dos de chinos ("Un cuento chino" y "Confucio")

40 grados a la sombra, el gran refugio para la tarde es el cine, allá que vamos.

Primero “Confucio”. Tenía curiosidad. Me interesaba mucho el personaje y en general lo oriental me atrae. Muy buena la fotografía, los paisajes, los interiores, el vestuario, los movimientos de masas. La estética visual es, en definitiva, maravillosa, cuidada. Pero el guión creo que tiene algo de inconstante y la acción y la trama flojean. Al principio promete y luego a mí me parece que deriva. Se me hizo larga la película. Supongo que para aproximarse al personaje podría servir, pero como narración no me llegó, demasiada parafernalia y poca sustancia. Y es una pena por todo el armazón que han levantado.

“Un cuento chino” es en cambio muy recomendable. Ricardo Darín es el protagonista. Reconozco que fuimos atraídos por él y no salimos defraudados. El guión y la dirección es de Sebastián Borenzstein. La historia es original, tiene gracia y melancolía a partes iguales, es humana: un ferretero maniático vive protegido en su pequeño mundo desde que le pasó algo, un chino aparece como por encanto en su vida y acaba por cambiarla. De fondo el mundo burocrático, sorprendente e injusto, tantas veces raro. A veces simplemente el mundo es extraño. Y de perfil una mujer que está enamorada (estupenda Muriel Santa Ana, qué bien mira esta actriz). Gracias, gracias, gracias: me encantan las películas donde el amor se abre de alguna manera paso, una rendijita para la esperanza, la discreción de las vidas mínimas y por eso importantes.

“Un cuento chino” es por eso amable en el mejor sentido de la palabra. Y está muy bien contada. “Confucio” para estar fresquito puede valer. Pero como historia “Un cuento chino” donde sale una vaca.

jueves, 23 de junio de 2011

Más allá de un rostro

Quedé en la Puerta de Alcalá a las 5 ayer por temas de trabajo. Al llegar a la plaza de la Independencia me quedé parada. Alguien había acampado allí como si fuera su casa.



Bueno, muchos: 132 pequeñitos de ojitos achinados tenian media plaza tomada, la parte esa donde están las terrazas.


132 fotografías de niños Síndrome de Down forman la exposición “Más allá de un rostro” organizada por la Fundación Síndrome de Down de Madrid.

Sobran las palabras, aunque cada foto tenga una pequeña frase.


Estará hasta el 30 de junio.
Emocionante.

miércoles, 22 de junio de 2011

Un verano de libros y películas (Proyecto 50)

Hoy es la noche más corta del año, ha comenzado el verano a las 7 y algo de la tarde. Me propongo estos 3 meses -13 semanas- leer y ver todo el cine que pueda. Un verano en 50 buenas películas o libros que valgan la pena no es un mal objetivo, hacen 2 libros y 2 películas por semana casi. Pretendo seguir escribiendo también pero con calma, no tengo prisa para nada.

Uno de los proyectos de este verano es "La literatura está en la calle" que haremos en Boecillo (Valladolid) en la biblioteca del centro cívico, uniendo una persona del pueblo y lo que tiene que contarnos a un libro y una película. Será los lunes a las 11 de la mañana. Vendrá una persona y nos contará su trabajo, la entrevistaremos. Luego leeremos diez minutos del libro propuesto en voz alta, animaremos a que cada uno lo haga esos días. Al lunes siguiente veremos la película -sobre el mismo texto o a veces otra-. Maripaz y yo lo hemos preparado con ganas. Carlos, el pastor, romperá el fuego el 4 de julio. El libro propuesto es "El bosque animado" de Wencesalao Fernández Florez y la película, que proyectaremos el 11 de julio la del mismo título de José Luis Cuerda, es estupenda.

Verano con buenas lecturas y películas, no se puede pedir más. Bueno, sí, amor, familia y amigos, pero esos sé que no van a faltarme. Y ya con más trabajo pagado la vida sería impresionante. Pero como es ahora, con todo, es bastante buena, y sé que no puedo quejarme.

viernes, 17 de junio de 2011

Ignacio Aldecoa en lectura vinculada (y algo de Milagro en Milán y Antonio López)

Me pidió Gonzalo, el amigo de mi padre, que llevara algún cuento de Ignacio Aldecoa a la residencia para la lectura vinculada. Teníamos en casa de mi madre publicados por Alfaguara “Cuentos completos”. Debimos prestarlo sin que nos lo devolvieran. Así que lo saqué de una de las bibliotecas de mi barrio, la Dámaso Alonso.

El caso es que leímos tres cuentos de dicho libro el jueves pasado (no ayer, hubo fiesta en Ecoplar Aravaca, nos saltamos la lectura en voz alta). El primero, “Quería dormir en paz”, luego “Los bienaventurados” y, por último, “Caballo de pica”. Los tres gustaron mucho, no se oía una mosca, compartiendo todos la narración y metidos en aquel relato de quien duerme en un banco y es llevado al cuartelillo, luego fascinados por esos vagabundos que se dan un aire a "Milagro en Milán" entre solares, y, después, horrorizados por esa historia dramática de la juerga de unos señoritos de Sevilla que acaba en una barbaridad de las grandes.

Me lo dijo Irene hace mucho tiempo y me lo repitió luego José Julio Perlado hace dos años: “Lee a Aldecoa, Aurora”. Ahora estoy con el volumen ese enorme, de más de 700 páginas, que llevo a todas partes intentando subsanar mi ignorancia lectora.

Un maestro es Ignacio Aldecoa, y yo lamento no haberle conocido antes. Tiene unos tipos humanos entrañables y diversos, de los que casi no quedan en España. Describe el ambiente de ciudad, de barrio o de campo, de clase alta o baja, con una delicadeza admirable y a la vez sin dar la vara, sin ser excesivo, ni pedante, ni sentimental. Va directo a la historia, a la trama, a lo que pasa, y la construye con unos trazos con tanto arte, tan magistrales, que me recuerda al final a algunos cuadros de Antonio López. Es en definitiva una gozada leerle.

Tras los cuentos de Clarín , de la Pardo Bazán, de Medardo Fraile, y, por supuesto, "El bosque animado" de Fernández Florez, creo que Aldecoa va a ser otro de los pilares de nuestra lectura vinculada en la residencia este año. Tendré que pedir una ampliación del préstamo de la biblioteca, solo tengo el libro hasta el 6 de julio.

miércoles, 15 de junio de 2011

Quieta (Vida perra XV)

Tranquilidad en el frente. Papeles y más papeles, mi ama me saca poco últimamente aunque vayamos al campo muchos fines de semana. Ahí me desquito tumbada durante horas en el jardín ese donde los gatos han hecho su fuerte. Ya me he acostumbrado a ellos, ni me muevo. Luego, en Madrid, ella me saca en pareja, como la guardia civil, con una vecina y su perra a las 7 am. Al llegar a casa las dos humanas intentan meditar en la terraza cubierta sentadas en el suelo frente a frente. Cierran ambas los ojos. Se quedan en silencio y muy quietas.

Al principio nosotras damos vueltas a su alrededor, pero acabamos por echarnos a su vera. Hay situaciones en las que una perra se siente más unida al ama y son estos. Le voy lamiendo el pie desnudo mientras ella intenta hacer lo que a mí me sale espontáneamente: dejar que la mente se calme estando solo en el momento presente. A ella le cuesta esto. Cree que no está en su naturaleza.

Es más fácil, ama, de lo que tú piensas. No te propongas nada. Tampoco hagas planes, ya sabes lo que Dios hace con ellos. No te resistas siquiera a lo que venga o a lo que se vaya si no haces ... ¿qué? No hay nada que puedas hacer realmente, ni tampoco que puedas evitar haciendo. Te esfuerzas demasiado a veces, te agotas y no tienes muchas fuerzas. Yo, como perra tuya, lo veo claramente.

Deja fluir el río, el de dentro y el de fuera. Y observa. Tendrás así la dimensión exacta de lo que sucede. Serás más consciente de todo si permaneces como ahora, quieta. Es cuestión de práctica, yo soy una experta.

miércoles, 8 de junio de 2011

La ferretería y el cumpleaños

-El domingo es mi cumpleaños, no sé si te acuerdas…

Lo dejé caer como quien no quiere la cosa, por si acaso.

-Claro que me acuerdo, esto... ¿hay ferretería por aquí?

Se me quedó la cara petrificada. El noviastro no me la vio porque estaba conduciendo y tenía que mirar hacia delante, yo de copiloto. Tragué saliva y puse otra cadena en la radio. Hice como si no le diera importancia.

-Pues sí, hay una muy grande en...

No sé, hay que entender que las personas regalamos a menudo en función de lo que nos gusta a nosotros. Y al noviastro le encantan las ferreterías, es un apasionado.

“Tranquila, que seguro que hay algo adecuado” dije para mis adentros. Tampoco quería yo poner dificultades. “Lo importante es que haya pensado algo, que tenga un plan, que quiera regalarme” me repetía todo el rato.

Pasé no obstante el fin de semana con cierto mosqueo mezclado con curiosidad. Por la mañana estaba enfadada y por la tarde cavilaba. ¿Qué podía regalarme de una ferretería que me gustara a mí? Me acordé de mi santa madre a quien mi padre regaló una olla express el primer año de casados por su cumpleaños. Ya digo, mi madre era una santa. Soy yo y le tiro la olla a la cara a mi padre. Pero claro, cuando estás enamorada perdonas cosas así y peores, las olvidas y hasta te llegan a hacer gracia.

Vigilé atentamente todos los pasos del noviastro el viernes y el sábado. No volvió a hacer mención de la ferretería, así que yo callada, pero cada vez más mosqueada e inquieta mientras él seguía tan campante. "Encima ni sale a la ferretería ni nada... va a olvidarse de mi regalo."

Llegó el día del cumpleaños y yo totalmente en ascuas. Y de repente me da un paquete envuelto, cuadrado. Sé que soy transparente y no quería hacerle daño si no me gustaba. Me imaginé un cuadro eléctrico para colgar en la entrada, una caja de herramientas que me hace falta, un black & decker que también, en fin, otros muchos artículos que pueden venir en caja cuadrada y son de primera necesidad y muy románticos. Abrí el paquete con miedo y una sonrisa más falsa que Judas. Casi lo mato.

Era el puñetero ereader por el que llevo suspirando desde hace tiempo, para mí era inalcanzable.
-¡Eres un sinvergüenza, me has tenido pensando todo el fin de semana en el regalo, en la ferretería de los …!

El noviastro se moría de risa.

La próxima vez prometo que lo cuelgo de los pulgares.

lunes, 6 de junio de 2011

Historias del noviastro (Presentación)






He decidido escribir un conjunto de relatos sobre el noviastro.

Noviastro /a = dícese del novio o novia que no presta la debida importancia y necesaria atención a la novia o novio según se trate. Aquel que descuida por trabajo, relaciones familiares, complejísimas e inesperadas circunstancias personales, altos y bajos, o simple despiste general y básico a la susodicha o susodicho compañero del alma. Utilícese de forma literal o figurada.

Los cuentos populares están llenos de madrastras, algunos de padrastros, y otros, pocos, de hijastros. Pero ni la literatura tradicional, ni tampoco la moderna, han prestado atención alguna al noviastro, quien merecería, por sí solo, una colección de relatos en Alfaguara. A eso voy, de eso se trata. Sé que con estas entradas en mi bitácora voy a iniciar un subgénero literario ciertamente extraño al que espero contribuyan otras, u otros, con sus comentarios.

Mi noviastro, que parece un buen hombre –y lo es, me batiría en duelo por demostrarlo-, no da abasto. Lo sé y hasta le entiendo, dicho sea esto con ciertos reparos. Porque es que soy yo la que acabo llevándome la peor parte. Y no pienso resignarme. Pasada la cosa esa de la conquista, el cortejo, o como quiera llamarse, el novio se convierte del día a la mañana, sin avisar ni nada, en noviastro. Forma casi ya una etapa en las relaciones amorosas que llegamos a asumir todas, ¿todos?, como inevitable. Los síntomas los iremos describiendo con mi experiencia al respecto, junto con otros datos que las lectoras o lectores quieran aportar en su caso.

Por ejemplo, el novio llama de modo puntual y constante; en cambio el noviastro se olvida de llamar por la noche (dato fundamental y de vital importancia, ya que el teléfono, especialmente para una mujer, es un instrumento clave para mantener viva la llama -especialmente si no se vive cerca, aclaro-: una falta en este modo de comunicación siempre es terriblemente grave); el novio, otro poner, planea asiempre anticipadamente cualquier cita con la novia de su alma, no vaya a ser que le falle, y así le pregunta sólicito un lunes qué va a hacer el sábado proponiéndole, además, un magnífico y completo programa, mientras el noviastro el viernes a las 9 pm no tiene ni idea de si podrán verse el fin de semana. Ya ni hablo de las vacaciones de verano –allá perdidas, cualquiera hace previsiones-. O en otro plano: ¿qué fue de aquellas cenas de enamorados o de aquellos cines los dos abrazados? Han desaparecido, se han esfumado.

Alguien, y no miro a nadie, se ha convertido en todo un noviastro de libro, en un espécimen de noviastro yo diría que ejemplar, paradigmático. Podría llevarse el primer premio al noviastro del año, o el de "noviastro revelación 2011", éste último es casi más apropiado.

Este primer capítulo o relato ha sido descriptivo, somero y con poquísima mala baba, pero prometo historias de ficción (naturalmente basadas en hechos reales, como las tv movies o telefilms, gracias, Factoría del Guión, gracias) bajo la etiqueta ésta de “Historias del noviastro” donde voy a explayarme a mis anchas. Me ha gustado el concepto y la palabra. La clasificación adicional de "MUDANZAS" que pongo abajo significa ficción, por si acaso alguien quiere demandarme. Solo me falta pagar más abogados.

PS1: Cada uno, querido noviastro, utiliza sus propias armas. La mía es la palabra, aunque sea figurada en esta bitácora. Quedas avisado. Con cariño, que no me falte.

PS2: Come despacio, amor, que luego te atragantas. Y duerme, que últimamente no duermes nada.

domingo, 5 de junio de 2011

El fantasma y la gata enferma

Stone Cottage, la casa de Andreas Liess que alquilé en el 2004 en Tir Na Hilan, en Beara (Castletownbere, Irlanda), tenía fantasma. Me enteré luego. Claire O’Sullivan me lo comentó al año siguiente.

En la primera noche en aquel cottage blanco con el techo de pizarra negra cayó una tormenta con lluvia incesante que golpeaba en las ventanas. Recuerdo sombras siniestras, ruidos desconocidos, algo de miedo. Si llego a saber lo del espíritu no me quedo. Hicieron bien en no decirme nada el verano ese. Dormí inquieta. Era una semana por mi cuenta, sola, a la espera de que llegaran mis sobrinos. En el jardín había un monumento megalítico propio de la zona –el ring fort en las tierras de Ruth y Sean O’Sullivan muy cerca-, una tumba seguramente, piedra gris donde crecía musgo verde. Quizás el fantasma o el espíritu de la casa tenía que ver con aquello.

A la mañana siguiente encontré a una gata blanca con algunas manchas negras debajo de un coche al lado de la librería pública. Maullaba el animalito allí desesperado. No recuerdo cómo lo hice, pero la pude sacar y meter en el maletero. Al llegar a Stone Cottage había devuelto. Parecía muy enferma. La observé mejor y vi que no tenía rabo. El ano parecía dañado. La llevé al veterinario. No podía controlar los esfínteres la gata aquella. Así que la adopté inmediatamente.

La gata dormía debajo de mi coche o, si hacía sol, encima de la tumba verdinegra. Así pasaba las horas del día tranquilamente. Luego, en cambio, la noche entera se paseaba en el piso de abajo de casa para espanto de todos los que vinieron. Y, naturalmente, se cagaba por todas partes, yo limpiando detrás de ella. No quería dejarla fuera en el jardín por si se escapaba y volvía más dañada. La alimentaba, pero la gata no ganaba peso. Seguía escuálida y durmiendo por el día, por la noche yendo y viniendo, maullando.

Cuando tocó volver a España en coche y ferry yo no sabía qué hacer con la gata. Apenas cabíamos los 3 chicos y yo con los equipajes (Alberto volvía por su cuenta), no teníamos espacio materialmente en el Xara para otro tripulante. La dejé con el veterinario. Luego fue adoptada por una pareja de la zona que la cuidaron con esmero. La vi al volver a Tir Na Hilan el año siguiente. Había engordado y estaba estupenda. Quise creer que me reconoció a pesar del tiempo.

Hoy en Urueña pensé en la gata aquella. Una joven y negra se erizó a mi paso y al de Olimpia, más al de mi perra que al mío. Por si acaso, porque siempre me encuentro con animales sin dueño, no la miré mucho, no vaya a ser que luego me diera pena. A veces es mejor no ir con los ojos muy abiertos.

PS: La casa de la foto es Stone Cottage con la tumba aquella. Así, con sol, no da mucho miedo, pero hay que imaginársela anocheciendo, con lluvia y con una gata maullando todo el tiempo.

sábado, 4 de junio de 2011

Pronombres personales

YO
Sin compañeros vitales cuesta ser un yo. ¿De qué vale?

Es hermoso pronunciarlo.
ÉL
Malo cuando se habla de "él" con alguien.
ELLA
Y todavía peor en este caso.
NOSOTROS
Cayó en el olvido. Hace tiempo que no lo utilizamos.
VOSOTROS
El mundo parece estar lleno de vosotros, pensó un yo cabizbajo.
ELLOS
Suelen ser una perfecta coartada.

MI, MÍO
Con caducidad (conviene visitar el cementerio)
TU, TUYO
Mirando siempre a distancia.
SUYO
A veces es como si no fuera de nadie. Como si fuera nada.
NUESTRO
Vidas entrelazadas.
VUESTRO
Si lo anterior se rechaza.

SUYO (DE NUEVO)
Me doy por vencida.
Ko por puntos.
Triste y cansada.

Nunca se me dieron bien los pronombres personales.

viernes, 3 de junio de 2011

"Hacia rutas salvajes" (La carne y las larvas)

He vuelto al videoclub de mi barrio. En el curso de guión hay que ver películas todas las semanas y no puedo ir al pase que hacen en la Factoria los viernes porque me voy al campo a escribir y leer.

Vi con retraso “Mediterraneo” y no me gustó nada. Pero, en cambio –2 vídeos por el precio de 1- saqué “Hacia rutas salvajes” que me ha hipnotizado. Son dos horas y media casi de metraje y una historia apasionante. La verdad es que “Mediterráneo” me pareció una chorradita, un cobarde retrato berlusconiano (es decir: histriónico, débil, casposo y tramposo) que deja al mare nostrum, cuna de grandes relatos y héroes (de una civilización, vaya) como un simple lugar de eterno veraneo y retiro temprano. Que Hollywood la premiara es preocupante: así nos pueden ver algunos yanquis a Europa. En eso quizás nos hemos quedado.

Me encantan las películas, las narraciones y las vidas con una apuesta fuerte y grande,
todo o nada. Lo que se cuenta en “Hacia rutas salvajes” es un caso real, la vida de Christopher McCandless que, tras graduarse, decide no entrar en la vida estabulada que le esperaba. Ser libre cuesta, es más cómodo ser esclavo. Como en “The hut locker” , si la alternativa es un supermercado con 200 tipos de cornflakes, se entiende que alguien prefiera desactivar bombas para saberse vivo, como resulta admirable y respetable aquí que alguien de veintipocos años tenga el valor de regalar a Oxfam los 24.000 dólares de su fondo de estudios y lanzarse a la aventura sin red ni nada. No es un gap year éste, ese año que los anglos dedican a ver mundo entre high school y universidad o entre ésta y el trabajo. Tampoco es una excedencia o un año sabático para volver a donde nos andábamos. Esta película relata una apuesta vital y por eso radical que acaba de un modo desolador y a la vez feliz como no cabía casi esperar de otra forma.

La película comienza en Alaska y desde ahí se cuenta la historia hacia atrás y hacia delante, desde la graduación y la historia familiar (vale, hay una huida, pero ésta no me parece que sea cobarde) hasta las personas singulares con quien se encuentra y los lugares. Todo es auténtico y no idealizado, sudor y cansancio, calor y frío, hambre y sed, y por supuesto personajes y paisajes, naturaleza en ambos casos. La soledad tiene su papel, y el miedo, todo lo humano sin anestesía, a lo bruto, a lo grande, como alguna vez fue. Fantásticos por reales la pareja de hippys, los trabajadores del campo, el anciano que trabaja el cuero, ese “Dios te ama” del constructor del Monte Santuario (
tan parecido a nuestro Justo Gallego y su catedral en Mejorada del Campo), y el retrato de los padres y la hermana.

Alaska fue la etapa final del viaje. La carne recién cazada tarda muy poco en atraer moscas, especialmente en verano (eficaz
planting, como Pedro Loeb nos ha enseñado, por cierto). Hace falta actuar muy rápido si no quieres que se llene de larvas que la echan a perder. A veces el tiempo vuela y has sacrificado en vano a un animal grande y precioso como un alce para que los lobos lo acaben devorando, ya está podrida y no sirve para el consumo humano. Y tú sigues hambriento, agotado, pero al menos lo has intentado. En la foto que acompaña esta entrada se muestra al Christopher real sonriendo a pesar de las calamidades. Lo repito: admirable.



Viendo la película sentí un zarpazo. La verdad para Christopher es más importante que el amor. ¿Hay que sacrificar el amor por ésta?, ¿o, más bien, no hay que engañarse? Me acordé también mucho de mi amiga Natalia Ramos mientras disfrutaba del relato, de esa idea que tantas veces le ronda. “¿Te das cuenta, Aurora, de que realmente no sabemos hacer nada?, ¿que no podemos plantar, hacer crecer algo, arreglar nada?, ¿que en el campo tú y yo nos moriríamos de hambre, inútiles totales?” Le mandé un sms, me contestó contándome que naturalmente conocía "Hacia rutas salvajes" y que le había encantado. Me habló del libro original, de la música (fantástica). Luego comenté a Pedro, compañero de la Factoría, que me parecía una película de huida pero muy valiente, a diferencia de “Mediterráneo”. Él me dijo que no, que trataba sobre una búsqueda. Creo que Pedro dio en el clavo. Y que es una película en definitiva muy recomendable. Da mucha envidia Sean Penn, director y guionista. Es una gran suerte y mucho trabajo poder contar así de bien algo. No tanto como vivirlo, pero casi.

miércoles, 1 de junio de 2011

La comunidad y el alma (Urueña y las amapolas)

Junio entra con frío. Ayer al volver de clase de guión a media noche apenas teníamos 10 grados.

Quiero escribir una entrada sobre la exposición “La comunidad” en DiLab, Urueña. El domingo pasado estuve con Miryam Anllo, con los libreros, Rafael, Mercedes y Víctor, me tomé un vino. Visité antes la tienda Oriente 9, una gozada. Compré por su cumpleaños un recortable a mi sobrino Javier.

Creo que fue García Lorca (¿en la elegía a María Blanchard quizás?) quien dijo que ser poeta es estar a punto de llorar por todas las cosas. Si es así, y no tiene que ver con escribir poesía, creo que lo soy, aunque la depresión, el duelo o las cuestiones hormonales puedan ayudar en este caso. Me emocioné viendo los objetos, las fotografías en blanco y negro de los niños y las historias que componen “La comunidad”, un proyecto de reflejar Urueña de modo participativo porque cada persona ha podido aportar algo.

El espacio que tiene Miryam allí es amplio. Entra la luz por arriba, los techos son altos. La puerta se abre sola si pasas por delante. No hace falta ni llamar ni empujar nada. Hay un vestido de novia colgado, una casa de pájaro extraña, fotos de ahora y de antes y un texto de Luisa Cuerda sobre un erizo-felpudo que me encantó. También Esperanza está con su caligrafía en un plumier. La recuerdo así, cuidada y agradable, amable, delicada, tal y como “sus letras” son. La escritura es el estilo y el estilo es la persona, como lo es también el espacio que cada uno crea o aquello que pone a disposición de quien pase y quiera llevárselo. Si hay que comprar 50 erizos se compran. No se puede vivir desconfiando.

Urueña me atrae. Conserva esa aspereza original de Castilla y el cielo que lo ocupa todo, casas de barro, librerías y personas interesantes con iniciativas variadas, (aquí un ejemplo con los habitantes del Palomar el pasado año). Tienen algo que decir en este mundo que cada vez se me hace más chabacano y romo, más igualitario en su brutalidad y falta de alma. La belleza se esconde y cuesta encontrarla. A veces está, como Miryam y Urueña muestran, en objetos que son un poema, un haiku, narración apenas sugerida, abierta a la mirada. Y el sentido del humor que no falte. Para mí Dámaso con su ramo de flores del campo sería como el Sean Connery de la villa del libro, un galán otoñal y castellano.

“Alma” me dijo mi prima Mariángeles, “es alma lo que hoy falta”. Y es cierto. Hasta los animales tienen alma. Animal viene de ánima. El alma es individual, pero quizás haya una colectiva, un espíritu que flota y que hacemos entre todos.

Echo de menos el alma de las cosas y de las personas como la echo en falta en literatura, también en el cine donde parece abundar lo rápido, superficial y violento, el cliché y el tópico. Por eso la exposición de DiLab me ha gustado tanto. El alma no es perfecta, tiene sus recovecos y sombras. Cada uno tenemos nuestro sótano con bárbaros a los que cuesta reconocer y enfrentarnos. Pero es el espíritu que sopla y anima la materia, es la materia que no nos aplasta porque la habitamos. La hacemos así habitable. Nos hacemos nosotros también habitables. Sin alma estaríamos muertos. ¿Lo estamos?

Campos de amapolas, más bien mares, a la vuelta de mi viaje. La vista se alegra. No se pueden cortar esas flores. Hay que verlas donde nacen.

“La comunidad” estará hasta finales de junio. Vale la pena visitarla y conocer Urueña. Es todo lo contrario a un videoclip de esos musicales, un remanso.

PS: Tenía muchas fotos de "La comunidad" que me dio Miryam en un usb, pero son en un formato que esta máquina no lee, así que ya lo siento, a ver si lo arreglamos.