Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.

martes, 29 de junio de 2010

Hambre y pan


A los niños pequeños de mi familia se les calma con un currusco de pan cuando les están saliendo los dientes. Así se consuelan del dolor, lo anestesian. Roen incansables hasta que desintegran con babas e insistencia el pan. Hasta el más duro acaba siendo migas empapadas que suelen caer al suelo, tragan pocas, tal ansiedad tienen.

El hambre hace crujir las tripas. El sábado pasado lo noté de nuevo en el curso que hice. La sala estaba en silencio y mi compañero de al lado pidió que le dieran de comer sin palabras. Se le oía perfectamente.

Luego Eduardo el domingo me dijo lo siguiente “A ciertas edades no hay que pedir ya, estamos para dar lo que otros vayan queriendo”. Parecía él bien servido, contento y en paz. Cuando al final del curso se despidió, como siempre se hace en estos seminarios, con la frase "estoy completo" sonaba auténtico.

PS: Gracias a Eric y Anne Marie, co-lideres en el curso de Process de Coaching del pasado fin de semana, a Eduardo y Maria de Mar, ayudantes, Marta, traductora, y a todos los compañeros.

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