Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.

martes, 22 de diciembre de 2009

Alegría (quejas retóricas)



La alegría tiene mala prensa. No el ser gracioso o divertido, que es cosa distinta y con mayor aceptación. Se puede ser gracioso y ser un auténtico triste, son cosas distintas. El ser alegre es juzgado a menudo como que no se entera uno, que eres un pedazo de ingenuo o un insensible de campeonato, especialmente hoy, quizá tenga que ver con la esperanza, puede ser.

Es como la Navidad: como digas que te gustan, te suelen caer veinte o treinta voces diciéndote que si el consumo se lo come todo, que si la soledad es más profunda, etcétera. Estoy de acuerdo en las dos afirmaciones, por supuesto. Pero ni lo primero ni lo segundo son impedimento, digo yo, para la alegría de estas fiestas, para la alegría en general, me parece.

Por supuesto que se han convertido las Navidades en un artículo más de consumo, en una ocasión más de mostrar que son las cosas y no las personas las que parecen importar. Pero es que uno no está abocado a vivirlas así si no le da la real gana. No hay obligación de consumir ni de comprar. En la mayoría de las veces como no da el presupuesto, pues eso que te evitas. Con decir no porque sí, o no porque no se puede, basta. ¿O hay que imponer la sobriedad y el no gastar por decreto ley a quien no quiera? No sé. Creo que la cabeza está para decidir, y la libertad es sagrada. Si uno no quiere algo no tiene por qué hacerlo, no hay obligación de consumir sí o sí o sí.

Por supuesto que también son unas fechas en las que se siente mucho más honda la soledad: la ausencia de padres, de amigos, de muchs personas. También otras ausencias o lejanías muy diversas, que se llevan como se puede, habitualmente mal. Pero es que la vida adulta es así. A menudo se vive en cierta carencia de afecto o en una permanente búsqueda de que nos quieran un poquito más, a veces que nos quieran más a nuestro gusto, a nuestra manera a menudo, que no es siempre la de los demás. "Una capacidad muy limitada de querer con una capacidad ilimitada de ser querido" leí el otro día que éramos cada uno. Joé, qué cierto. Pues ya está ¿no?, como le des muchas vueltas, te vuelves del revés. Quizá nos estudiamos mucho y estudiamos mucho a los demás en eso del querer, podría ser.

En fin, que no me gustan nada los agoreros y los tristes. Otra cosa es la melancolía, la tristeza suave y alegre de algunos hombres, de las propias Navidades también, de la vida en general. Que el mundo puede ser una mierda ya lo sabemos. Que hay desastres lejanos y muy cercanos no cabe duda, haría falta estar ciego. Pero que con aguafiestas, quejosos y tristes todo lo anterior no parece mejorar, eso desde luego.

Esa cultura de la queja y del victimismo que se ha instalado en occidente, a menudo entre quienes se supone que tienen cabeza, como una especie de pose o de condición sine qua non para demostrar que eres inteligente o sensible, me tiene hasta la coronilla. Es una queja retórica que se repite. Quienes la emiten viven o han vivido como San Pedro habitualmente y sólo quieren más atención personal, nada más. Es elemental, comprensible a menudo, pero elemental, diría más: es infantil.

Me parece todo respetable, faltaría más, pero tengo la sensación de que a veces aquí quienes no lloran, no maman, y una mano a menudo tampoco acaban por echar. Están demasiado ensimismados con el "yo, yo, yo, qué penita me doy y qué penita quiero dar en particular o en general, hacedme caso, por favor, miradme más.."

No puedo con la con la ingenuidad esa de "We're the world, we're the children", con los finales felices por decreto ley, con la Casa de la Pradera, en fin, con el "too er mundo e güeno", el buenismo, etc. No lo puedo soportar venga del lado de donde venga, que de todo hay.  Se puede hacer poco, bastante poco por los demás, y hasta por uno mismo al final, no por nada, es que somos todos muy limitados.  Pero desde luego también me da una pereza inmensa la retahila cansina de quejas hechas desde el confort: "pobre yo", "pobre, que no hay quien me quiera", "qué feo es el mundo", "qué mala mi vida", etcétera, etcétera.

Vaya morro que nos gastamos a veces, es de impresión. Especialmente porque las quejas no suelen coincidir con los desheredados de la tierra, esos que habitualmente nunca se quejan: no tienen tiempo ni a veces fuerzas, no tienen ni voz. Los que no lloran, y menos en público, son los que a menudo tienen muchas más razones por las que llorar me da por pensar. Aunque quizá estoy equivocada, podría ser. En fin, siento esto que he escrito, es que hay veces que te dan ganas de dar un meneo en general y otras en particular, de verdad.

Quedan 2 días para la Navidad.

PS: La foto es de un cuadro de Alberto Guerrero de la serie Moby Dick. Melancólico pero alegre, se da.

domingo, 20 de diciembre de 2009

Vida perra X (Solsticio de invierno, sol ya quieto)



Estamos en los días más cortos del año, soy perra y lo siento. Llega el invierno y, como una contradicción, mañana comienza a alargar la luz y  a ser más breve la noche de nuevo.

El sol quieto, solsticio de invierno.

Sábado activo por la mañana. Ella compró temprano y cocinó para los 12 que serán en la Fiesta Grande, la de cada año, ese día extraño para nosotros, los perros. Y, sin embargo, sabemos que algo pasa. Siempre nos cae algún hueso, algún resto. El Creador es también con nosotros bueno.

Sol quieto, cada vez más quieto.

Escribió luego. Y leyó en voz alta no una vez, cuarenta. Imprimió y otra vez leyó. Y luego leyó más, y luego se durmió, y otra vez a escribir y a leer. Salimos después. Ella volvió tarde, necesita olvidarse por un momento, ver gente, reírse para luego quedarse en silencio, acompañada y al mismo tiempo ausente.


Hoy otra vez lo mismo, siguió escribiendo, desayuno de chocolate con churros con los sobrinos, corto  nuestro paseo.

El sol entró a raudales por la ventana, yo dormida en la alfombra muy cerca de ella.

Luego leyó en voz alta. De vez en cuando alguien le llama por teléfono y se cuelga media hora. Vino un amigo a tomar café. Vuelta a  escribir y leer.

El sol estará más quieto en unos días, se parará en el cielo, y todo entrará otra vez en movimiento.

Extiende sus lazos mi ama a través del teléfono, también con la otra máquina de la que sale luz. Teje una red amplia y densa, un círculo extenso. Habla con los vecinos, con los chinos del supermercado, con sus amigos, con su familia, con quien conoce ya y con quien no conoce siquiera. Se acuerda de unos y otros, de los que están cerca y, sobre todo, de quienes están ya lejos. Los tiene en su corazón. Y aprovecha la menor ocasión entre silencio y silencio.

Sol quieto, ama.
Sol muy quieto ya.

Precisamente porque necesita de la soledad y del silencio, busca luego la voz humana y el afecto en palabras y gestos, como los busco yo, su perra. Sociabilidad y apartamiento en extraña combinación: de uno en uno de tanto en tanto, en grupo también, después solas las dos y en silencio.

Por eso nos llevamos bien, nos entendemos,  las dos necesitamos de esos tres tiempos y espacios.

Llega el invierno, más luz a pesar del frío helador, más, como hoy, día  de sol espléndido en Madrid.

Sol quieto, se parará el firmamento, cambiará el universo y todo se hará de nuevo.
Cuarto domingo de Adviento. Faltan cuatro días para la Navidad. Esperando a la Luz con la luz ya del invierno.

PS: Las fotos son de Alejandro Schifferstein, tomadas estos días en los alrededores de Cerceda, creo.

jueves, 17 de diciembre de 2009

De libreros, libros y más (y 2)



Me interesan los cuadernos de notas de Henry James, pero también me cansan un poco ahora que estoy a punto de acabarlos y hasta me rebelan. Este tipo no tenía otra cosa que hacer que escribir, era rico por su casa, viajaba nada más y hacía "vida social". Así ya se puede escribir ¿no? Es broma, pero no lo es, en fin.

Me gustan muchos de sus cuentos, de novelas "Una vuelta a la tuerca" por encima de todos, "Las bostonianas" y "Daisy Miller" entre otros muchos. Y luego "Washington Square", que luego dio lugar a la película "La heredera", estupenda, de William Wyler, con Olivia de Havilland y Montgomery Clift. Ahí se ve un caso de mujer que se vuelve dura al final, de natural no lo era. Es espeluznante la escena final de la película con el advenedizo, Monty, que iba a por el dinero de una rica, eso es verdad, pero que quizá le podía hacer feliz. No está reñido casarse por dinero y hacer la vida agradable al otro al final ¿no? La lluvia mojándole, él llamando a su puerta y ella que no, subiendo al piso de arriba, con esa luz que va iluminando la escalera, poniendo distancia, dejando fuera al otro y a toda la casa en la oscuridad. Ay por Dios, chica, no seas así, ¿no le vas a dar otra oportunidad?

Henry James escribe muy bien. Es distante o pone distancia. Creo que es más bien lo primero, algo que le da elegancia, un rasgo importante, creo: no implicarse al escribir ficción, no juzgar o valorar, y mucho menos, dar moralina, un rasgo que me espanta y que, con las mejores intenciones, casi seguro, se repite desde lados muy distintos, es relativamente frecuente. Los excelentes y que se salen, Dostoweski y Tolstoi, de los que hablé con Ridao y que también me gustan mucho, tienen peso, fibra, pulso moral, pero sin discursito, sin ser obvios o previsibles. Me espanta la previsibilidad y lo ejemplar si no está contado por alguien genial, si lleva recado o mensaje, moraleja. A la vez Henry James es quizá demasiado frío de distante que es, me señala una amiga, M. Es posible que tenga razón. Tanta distancia puede acabar por cansar a veces ¿no? A veces quieres que la gente se manche al escribir, o al vivir también, es igual.

Vuelvo de Sevilla a Madrid y quedo con N., hace mucho tiempo que no hablamos. Nos tomamos un té y una tarta que no se la salta un gitano y luego le digo que estoy buscando, de nuevo, "El diario de Adán y Eva". Me lleva a una pequeña librería, Pérgamo, y me avisa antes de entrar que la dueña, Lourdes, me va a encantar. Así es. Entro y, naturalmente, no tienen el libro de Twain, pero me llevo otro, "Estación de lluvia" de un ecuatoriano que escribe como los ángeles, Javier Vásconez. La librera es tan encantadora, sabe tanto y habla con tanta pasión y amor de los libros, de los autores, que me fío inmediatamente de ella. Me cita a Jane Eyre, y ya quiero abrazarla, es una novela para mí fundamental. Y luego ella me cuenta que lee Macbeth una y otra vez. La llamo siniestra y nos reímos las dos. Me gustan las mujeres siniestras en ese plan, la muerte, el asesinato, algunas maldades de ese tipo, sólo en literatura, claro. Y el humor negro lo que más.

Me podía haber vendido más, pero me saca N. casi literalmente de la librería "¿Tú no estabas buscando el libro de Twain? Pues vamos, que te distraes... " Me hubiera quedado horas escuchando a Lourdes. La culpa la tiene él por presentarme a gente así, tengo que volver. Vamos a Diálogos en Diego de León y tres cuartos de lo mismo, Rocío me dice que no tienen "Diario de Adán y Eva". Tampoco en la Casa del Libro de Gran Vía ni en la de Orense, donde tienen a unos chicos jóvenes que son estupendos y que te ayudan muchísimo siempre.  Allí ya lo encargó al final, parece agotado, me tardarán 10 días, 4 llevaría si lo encargase a Amazon Reino Unido (7 a Amazon EEUU). Da que pensar ¿no?

Encargo también en Gran Vía este lunes otro libro, "El juglar de Nuestra Señora" de Michael Zink, precioso, con uno de sus cuentos felicitaré este año las Navidades. Lo voy a comprar para celebrar que al final no voy a trabajar para el grupo mediático ese tan importante y tan requetetán. Celebro todo, lo que debería celebrar y lo que no, me hace falta el dinero, pero pensándolo desde otro lado, siendo optimista, vamos, menos trabajo significa más tiempo para leer y escribir. Santa paz pues, ya saldrá lo que tenga que salir.

PS: Me llega un sms hoy, ha llegado el libro de Twain a Espasa Calpe de Orense. Mujer de poca fe... no ha sido tanto esperar. Ay, qué bien, qué contenta estoy.

PS2: Hoy, que tuve tiempo de transporte -o sea, de leer- avancé con Vásconez. Estoy pasándomelo fenomenal, es de lo mejor que he leído. Se lo tengo que enviar en cuanto lo acabe a alguien que sé que le va a apasionar, una prosa envolvente, duro, casi brutal, pero un escritor de impresión con un dominio fantástico del castellano. Tiene unas historias que te golpean y te echan hacía atrás, te sientes ko. Esta noche me lo acabo si Dios quiere. Lourdes me dijo que Vásconez se ha quedado sin editor después de una carrera amplia, rica, con mucho publicado, ¿será verdad? No lo puedo creer.

De libreros, libros y más (1)



Hablando el otro día de libros con los Mercuriales, me dice Manolo Haro que el libro de Diario de Adán y Eva de Mark Twain lo ha publicado en España Valdemar, que está en el Club Diógenes. Le agradezco el dato. Yo el libro entero no lo había llegado a leer, sólo fragmentos por internet y en audiolibro. Conocí el texto con la obra de teatro "Esta noche, el diario de Adán y Eva" que Miguel Ángel Solá y su mujer, Blanca Oteyza, pusieron en escena hace unos años y que vi por lo menos tres veces, cada una con personas diferentes. Me emocionaba tanto, que llevé a amigos distintos.

El jueves pasado fui a una librería en Sevilla con un amigo, y zas, encontré "El diario..." y se lo regalé a él, no pude menos. Creo que le puede hacer sonreír. Sorpresa, el libro contiene no sólo "El diario de Adán y el de Eva", sino hasta fragmentos del de Satán. Es apasionante, tan divertido y tan tierno, que me vio mi amigo que lo miraba con ojos golositos tras regalárselo y me aviso "No te lo voy a dejar hasta que lo acabe. Te lo quito de delante que te temo, capaz eres de quedártelo ahora". Tenía razón. Ya estaba pensando cómo birlárselo sin que se diese cuenta.

Compro también en esa librería con un lío de espanto, Beta, creo, sin apenas personal, están desbordados los pobres, los diarios de Henry James que JJP me ha recomendado leer para hacerme idea de cómo trabajaba el escritor, "Cuadernos de notas, 1878 -1911" publicado por Destino. Es apasionante. Me zampo un tercio del libro en tres días y luego estoy agotada de tanta nota y tanto personaje o trama que le "salía" de conocer a gente, de historias reales que le contaban, de lo que observaba. Lo apuntaba casi todo. Era meticuloso, trabajaba mucho antes de escribir, notas sobre todo. Y escribía luego una barbaridad, sin parar, cuentos, novela, crítica, etc.

Entiendo lo que me decía JJP y pienso en el modo mejor de hacerlo. Antes de sentarse a escribir hay que tener mucho de notas, mucho trabajado, mucho escrito de qué quieres hacer en cada capítulo, con cada personaje, la arquitectura del cuento o de la novela, hasta pequeños detalles de diálogos, tramas, subtramas, anécdotas incluso. Luego se cambia, pero a menudo hay un material previo de mucho peso que se hila a veces o se va metiendo, o se descarta. No se tira nada, pero se aparta mucho de lo que se escribe, se deja de lado, en novela, en cuento, en todo. Y antes de escribir se piensa muchísimo y se observa más, el trabajo a veces más duro.

Me acuerdo de ese cuento precioso de Joseph Campbell "Professor Sea Gull" que luego llevaron al cine (El secreto de Joe Gould). Vas en el metro en Madrid y hay historias de patas largas que te asaltan, que piden "cuéntame, cuéntame, cuéntame". El metro es terrible, es el peor lugar para leer porque hay tantas caras a las que puedes mirar, frente a frente, el rato que te toca, claro está que cuando no hay mucho lío, cuando se va sentado. Siempre con el cuaderno en  la mano, ojos y oídos abiertos, curiosidad.

martes, 15 de diciembre de 2009

Los de los bichos



Conocer a Dorda y a su familia ha sido una de las cosas buenas de vivir en el campo un año. El domingo me presentaron a Javier, otro naturalista con blog propio al que leo con admiración y envidia. Hay que ser muy paciente para observar la naturaleza, no tener prisa o que no lo parezca. Los naturalistas nos enseñan muchas cosas, son gente curiosa y habitualmente, los que yo conozco al menos, con gran sentido del humor. Observar la vida creo que acaba por ponerte una sonrisa, también cierta melancolía a veces.

Dorda nos contó anécdotas de las exposiciones del Museo de Ciencias Naturales y otras donde ha trabajado. Hubo una sobre cuernos, con perdón, que titularon "Madera del aire". ¿Y por qué el título ese ... para una exposición sobre cuernos? Porque al parecer quedó registro en España de un sujeto al que le salieron unos cuernos pero de verdad, y como no los podían llamar así -era ofensivo-, los llamaban madera del aire. En la exposición podías hacerte con el facsímil de todo el texto relatando cómo daban fe de los cuernos, cómo eran, qué hicieron con ellos -se los cortaron, creo-... y luego ya el texto pasado a moderno. Dorda lo va a contar cualquier día en su blog mucho mejor que yo, hay que estar atentos. De su cuaderno me gustan muchas cosas, pero sobre todo cuando habla del campo que tiene alrededor, de la sierra a la que tanto quiero y tanto echo menos ahora que he vuelto a Madrid. Y luego de bichos que yo califico de humildes, digámoslo así, o sea, de insectos. Lo de África mola mucho, pero gracias a la 2 yo creo que el común de los mortales sabemos más del Serenguetti que de Gredos, y no digo que esté mal, pero da qué pensar, creo.

Javier hace unas entradas memorables con temas tan variados como tapiología o  vida en el cementerio (tiene delito), tiene una mirada que me encanta, sabe lo que no está escrito y encima se ríe de su sombra. Comentaba él con Jesús el futuro de la divulgación, de las revistas de naturaleza. "Natura" ya no está, Quercus sí pero... Con internet hoy ¿queda hueco para publicaciones como esas? Hablaron sobre la importancia de los contenidos en la red, hasta en los blogs, porque a veces se puede hablar de lo que no se sabe bien, con las mejores intenciones. Tienen toda la razón ¿a dónde vamos hoy cuando lo trabajado, documentado y sólido se aprecia a veces tan poco? ¿Cómo el lego -o sea, yo- puede valorar quién sabe a veces y quién simplemente repite contenidos de otros, o incluso mete la pata al dar información que no es cierta? Hice ayer una visita profesional a un grupo de medios de los importantes y pensé en lo mismo ¿se da importancia al contenido o se hacen churros? ¿A quién se paga más, a los de marketing o a los periodistas? Ya sé la respuesta, son dos preguntas casi retóricas ya...

Yo soy una simple bichera, me encantan los bichos, empezando por mi perra, me hacen gracia, pienso a veces ¿qué pensarán? Me sorprenden. La naturaleza tiene algo de previsible, lo sé, pero algo también de constante sorpresa. Creo que estamos hechos para mirar lo que pasa a nuestra alrededor. Y luego algunos lo cuentan tan bien que da gloria leerles.

PS: Pongo Doctor en Alaska porque es la música que les va a estos dos, y no sé por qué. ¿Será la guasa, el frío con que nos despidió la sierra el domingo, la nieve que cayó ayer? No sé, pero les pega.

domingo, 13 de diciembre de 2009

"Sevilla, ciudad eterna" (La profundidad)



Se presenta el lunes 14 de diciembre, a las 8 de la tarde, en el Salón Almirante de los Reales Alcázares de Sevilla, el libro "Sevilla, ciudad eterna" con textos de Paco Robles y fotos de Antonio del Junco, publicado por Editorial Almuzara. El libro es una maravilla. Pude verlo con detenimiento el pasado jueves en casa de Antonio, Toi para los amigos, y leer algunos textos, no todos, claro. Hubiera estado feo dejar a Marga, su mujer, a Toi, y a otro amigo, con el aperitivo a la mitad y con la palabra en la boca.

Hace ya meses que Antonio nos enseñó las fotos que iba haciendo y nos quedamos impresionados. Se lo estaba currando pero bien, el libro tiene más de 500 fotos. Vaya por delante que de fotografía no entiendo mucho, pero me parece a mí que los buenos fotógrafos tienen, además de técnica, un estilo propio que varían, claro, en función de lo que tienen que hacer, pero con un alma detrás que la ponen a hablar con aquello o a quien fotografían. Se ponen a su lado en conversación, a veces hasta en silencio, simplemente estando, ese es el estilo, creo yo. Antonio, vean su página web y entenderán por qué lo digo, tiene un alma generosa, curiosa, delicada, sonriente, amable y divertida, también muy pasional, que vuelca en su trabajo para gozo de quienes lo disfrutamos, sea cuando fotografía ciudades, personas o hasta cables de electricidad, me da igual.

Las fotos de Antonio para "Sevilla, ciudad eterna" eran espléndidas, con profundidad, con contrastes, captando eso que tan importante es en todo como las sombras, ese otro rastro de la luz, la misma luz casi; luz primero y luego oscuridad, o ambas al mismo tiempo, casi mejor, se ve más. Incluso en esa luz cegadora de Sevilla hay sitio para el hueco o el rincón donde se esconde lo negro. Al final resulta que la fotografía creo yo que es como la literatura, que muestra, pero también que esconde. Y en ese juego de mostrar y esconder está el arte. El fotógrafo, como el escritor, necesita saber mucho más de lo que enseña. Con tino, tiento, ¿temple?, con técnica desde luego, por experiencia también, es capaz de hacer elipsis, silencio, algo tan importante como decir, hablar, mostrar. Todo eso y en una ciudad tan de enamorar como es Sevilla lo ha hecho Antonio. Creo que hay que ser excelente, como es él, para no dejarse arrebatar por la foto fácil, o el tópico, tan a mano siempre, y ampliar la mirada y, con la suya, la nuestra. O sea, no dejarse llevar por la palabrería hasta en imágenes, lo cursi -tan fácil, por Dios-, o lo habitual en fotografías que son simplemente bonitas. No es el caso, aquí hay otra cosa, hay mucho más.

Paco Robles, al que he leído pero al que no conozco, muestra en sus textos algo igual. Los que no somos sevillanos ni vivimos en Sevilla -qué le vamos a hacer- la miramos a veces con una mezcla de envidia y de atracción como a otras ciudades hermosas. Sevilla es como esas mujeres guapas, es de las de parar la circulación. Una mujer guapa se puede quedar mirándose en el espejo, con embeleso, un poco más de la cuenta, ensimismada: "Ay qué ver qué guapa soy, por Dios". Es lo normal, lo natural, se entiende y hasta se le perdona. Pero también es lo natural que quiera salir a la calle bien arreglada o casi sin arreglar. En la calle, abriéndose, está la vida, no mirándose a un espejo, absorta en la propia belleza, en una misma. Y cuando sale fuera una mujer o una ciudad es entonces cuando  tiene  más matices, más rincones, más detrás, por dentro también, más que esa imagen que le devuelve el espejo ahí donde se encierra la ciudad o la encierran a veces, no sé bien. Cuando se deja mirar, cuando no está sobre sí misma, es cuando se descubre que no es solo una mujer guapa, es inteligente además y tiene más vueltas, muchas más.

Paco Robles ha escrito sobre esa complejidad sevillana que no es tan evidente a un primer vistazo. Hace falta que te gusten mucho las mujeres o las ciudades, esa mujer o esa ciudad, para no caer en el tópico que, con permiso, en Sevilla está tirado. Pasa con muchas ciudades, pero con Sevilla  más. 

Paco muestra junto a las fotos de Toi: la profundidad. A mí esto me parece importante. Se puede escribir de algo con profundidad y a la vez ligero, como lo hace él y como lo hace Toi con las imágenes, sin avasallar, sin ser pelmazo, jugando algo con quienes leemos y miramos, tanto al escribir como al  fotografiar. Más allá de la superficie atractiva  fotografiada mil veces, sobre la que se ha escrito tanto también, hay muchos pliegues, recovecos, contradicciones, roces, sí pero no, no pero sí, algo que habla por sí solo o calla. Eso es la profundidad de Sevilla que no está reñida con la alegría ni con la ligereza. Una ciudad que se precie no puede ser superficial, como a veces se la muestra desgraciadamente, o lineal. Y Sevilla creo que es todo menos lineal.

El libro me ha gustado mucho, yo lo voy a regalar estas fiestas, y uno, si Dios quiere, me lo quedaré. Si Vdes. pueden ir a la presentación que hará Carlos Amigo, Cardenal Emérito, vayan. Si no pueden, como yo, que mira que es mala pata, pues nada. Yo lo escribo por quien pueda ir, porque vale la pena.

PS: Toi, lo siento, lo sabes, me gustaría estar allí, porque tras tu otro libro, "La luz", para Endesa, sé bien la ilusión y el mucho trabajo que has puesto en esto y para eso estamos los amigos, para estar. Recibe mi abrazo que yo recibo el tuyo virtualmente. Ya sabes que prefiero siempre lo presencial, pero en esta ocasión no podrá ser y te pido mis disculpas.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Epicúrea en Jaca (La barriguita cervecera de Adán)


Como en Madrid con una amiga, M., que, como es de las buenas, me da caña. Me asesta un “no eres nada epicúrea” y, no sé por qué, me agarro un mosqueo del diez. Comenzamos una discusión sobre si disfrutar con cabeza y pensando en los demás es disfrutar o no. Vuelvo a casa y la pulsera de cuarzo que me regaló Víctor, el hijo de Olga, para incrementar la consciencia debe de funcionar: si te enfada tanto algo de lo que te dicen ... debe de contener una parte de verdad. Así que decido reformarme y ser un poco más epicúrea, intentarlo al menos, vamos a ver cómo va.

El jueves 3 tengo la cena anual de Dircom. Me da una pereza mortal pero voy con Rose, antigua jefa mía y amiga desde hace diecisiete años. Es en la torre Espacio, una de las 4 grandes al lado de La Paz, piso 44, vistas impresionantes. Como me suele ocurrir lo acabo pasando muy bien, me río mucho con mis compañeros de mesa, el jamón era ibérico de verdad y el vino estaba estupendo. Del postre de chocolate, mi perdición, me tomo el mío y el del marido de Isabel, antigua compañera y también jefa y amiga. Evaluación del epicureísmo, 6 sobre 10. Si la razón no fuera laboral la puntuación final sería más alta.

Me invita Rose a irme con su familia a Jaca este puente. Le digo que no, tengo que trabajar. Además viene Álvaro a colgarme los cuadros que los tengo todos por el suelo, he tenido viajes y no ha podido ser hasta ahora. Llegó a mi casa el miércoles y se me puso a organizar “Y además unas baldas, vamos a Ikea juntos el sábado”. Me eché a temblar, sábado en Ikea y con Álvaro, que es hiperactivo, ay. Me llama M. y me ofrece ir también con ella y con T. a Jaca, le digo que no, que Rose también me ha invitado y todo el plan de labores pendientes que tengo para el puente. Se ríe de mí y me recuerda mi falta total de epicureísmo. Maldición, otra vez no, así que decido de nuevo rectificar. Álvaro, paciente, me dice que puede venir el martes en vez del sábado, llamo a Rose y me embarco en el plan. Epicureísmo: vamos avanzando, al menos me quisiera presentar al parcial.

Salimos de Madrid el viernes por la tarde, parada en Huesca a las afueras para cenar en un MacDonald, vamos con niñas. No doy crédito, 300 personas, es el caos, es la antesala del infierno, todas a por un Big Mac. “¿No querías experiencias nuevas?” Rose se muere de risa ante mi cara. Epicureísmo: sin evaluar. No ha lugar, francamente.

Jaca no tiene que ver nada a lo que yo recordaba, este fin de semana será de comer, dormir, de amigos y hablar. Para empezar me pone en el cuarto con sus hijas, me rodean veinte peluches, me siento como uno más.  Rose nos cuenta un cuento para dormir que no está nada mal, pero la que se queda frita soy yo, no sus hijas, en fin. Epicureísmo: del infantil,  7 sobre 10.

Resto del fin de semana: una película muy divertida, estilo Roal Dahl, "Stardust", me encanta; una de un perro que se muere al final y con la que la que lloro una jartá; otra de amor y lujo, ésta todavía mejor. Y el domingo para rematar tras un paseo por el compo, románico en vena, subimos a San Juan de la Peña y allí me olvido de epicúreos y de todo, la verdad. Hace un frío otoñal, es como hay que ver el románico, con frío, unos cristóforos en la entrada preciosos, unas cariátides (ellas) que sostienen una barbaridad (me recuerdan a muchas amigas) y en el claustro en cada capitel varias historias del antiguo o del nuevo testamento, una maravilla. Un Adán con barriguita cervecera y ojos grandes y expresivos se lleva una mano a la garganta tras comer la manzana mientras con la otra intenta taparse sus vergüenzas. Claro que ya da igual porque el Maestro de Juan de la Peña le había colocado una estratégica hojita. Me hace sonreír este Adán, le siento cercano. Y luego el sueño de San José, con su gorrito y todo el hombre está en la camita y el ángel que le habla.

No he hecho nada de lo que tenía que hacer. Ahora vendrá el tío Paco con las rebajas (clientes pendientes, quien me corrige lo que escribo que me dirá si estoy en Babia o qué porque no avanzo, 20 horas de clase sin preparar, etc.,etc.). Pero me da igual, lo he pasado tan bien con Rose, con Alfonso, sus niñas y sus amigos que no tengo más que agradecer. ¿Epicúrea yo? Uf, ya no sé, me voy a quedar en románica, que es más moderna (en el tiempo solo) y a la vez me va mucho más.

Con esos ojos bien abiertos de Adán, impresionado, ay lo que he hecho, ay.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Estar sencillamente (la visita de Tana)


Tras varios correos y viajes mios quedamos Alejandro y yo que nos vemos este miércoles para tomar café. Estoy contenta, me ha costado dejarle allá tan arriba, en Cerceda, a él y a Tana, mi perra que él acogió en adopción. Yo no podía con ella. A veces es mejor reconocer que no puedes con algo, con trabajos, con perros, con situaciones diversas. Cuesta sobre todo porque algunas personas tienen tendencia a asumir más cosas de las que pueden o simplemente asumen lo que no pueden. Pero es mejor decir "no puedo con esto" después, que enrocarse en algo que no puede ser hasta romperse. Hombre, el ideal sería tener más sentido común a priori o verlas venir antes de lanzarse, pero no siempre es posible, especialmente entre quienes no pueden decir no  por una extraña sensación de culpabilidad, por simple entusiasmo también, o porque se creen superman o superwoman. El sentido común es el menos común de los sentidos, ya se sabe.

Como fuera y cuando vuelvo a casa y estoy abriendo el portal veo a Alejandro que llega. Trae a Tana, no me había dicho nada el muy sinvergüenza... Casi me echo a llorar al verla, tan guapa y tan grande ya. He criado a Tanita desde que tenía menos de un mes hasta los siete en que se la pasé a Alejandro, el entrenador y mi amigo ya. Está educada, está feliz, sé que hice lo que tenía que hacer, lo sé. Mañana cumple el año.

Qué alegría tenerles a los dos para el café. Olimpia no piensa lo mismo respecto a Tana, casi la muerde al entrar. Mi perra tiene celos de todo lo que me toca, pero si es un perro mucho más.

Hablamos Alejandro y yo. Nos escuchamos. También hay silencios y pausas. Es fundamental el silencio entre amigos. Es cuando sabes que ya lo eres de verdad. Bueno, eso, y cuando has desilusionado o decepcionado seriamente y un par de veces al otro. Hasta entonces pienso que no hay verdadera amistad.

Es estupendo entrar y salir, ir al teatro o al cine, a tomar una copa, a cenar, a un museo o una exposición, también viajar. Pero lo mejor es tener tiempo para estar sencillamente. Debería estar trabajando, leyendo o escribiendo esta tarde, pero no. Voy a estar con Alejandro porque le quiero, es mi amigo. Me encanta la gente, los grupos, soy gregaria o sociable. También me gusta cierta soledad. Sólo esa cierta soledad tan incierta,  la puntual, la suficiente para no ensimismarte, para poder estar mejor con una misma y, precisamente por eso, luego con los demás. Creo que saber estar sola, sin odiarse ni aburrirse tampoco, ni  estar embelesada, casi como en una buena amistad, es fundamental para saber apreciar a los demás en todo el valor que tiene la buena compañía, que es mucho. Por eso, por encima de todo, de las cosas que más me gustan en esta vida es poder echar la tarde con un amigo, con una amiga: sin prisas o las quitamos. Nada por delante, aunque lo haya.Y no el bulle-bulle ese que a veces se puede tener hasta entre amigos, el tener que hacer de continuo me agobia: ven, sal, ahora vamos aquí y luego allá, etc. No, me encanta no tener plan, ni programa de actividades, por eso a veces me planto y me da igual que piensen que soy una borde. ¿Qué vamos a hacer? No vamos a hacer nada de especial, tranquilidad. ¿Hace falta hacer algo siempre? Pienso que no.

El cara a cara sentados es importante De uno en uno, de una en una también, como mucho tres, cuatro, no más. Si no, para mí, no hay amistad. Hay conocimiento de superficie y poco más. Y está bien, no pasa nada, pero es lo que hay. Estupendo, a veces es lo que puede haber por lo que sea. Hay que tener conocimientos, es otra categoría distinta a la amistad con su peso también.

Creo que al final lo que vamos a hacer de más valor en esta vida es estar, acompañar. Algunos educar, una tarea fundamental. Otros hacemos papeles, luego se llamará como se llamará, pero son simples papeles. Pero todos podemos llegar a acompañar un rato a otros, a los que toque, en familia, con amigos. De lo más humano que tenemos pienso yo que es acompañar, tampoco hay que aspirar a mucho más. Y se hace hablando y sin hablar, preferentemente en silencio, estando al lado. En general creo que no hay que dar muchas explicaciones, ni siquiera es necesario a veces hablar. Hay que estar, sencillamente estar. Todo se sabe o se llega a intuir. Ni palabras se necesitan en algunas ocasiones, sobran a menudo.

Faltan 21 días. Acompañar la espera y poco más.