Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.

miércoles, 31 de diciembre de 2008

Año de Gracia de 2008



He leído hoy que hay personas que prefieren columpiarse a hacer balance ante este año que acaba. Estoy de acuerdo, es mucho más divertido.

A mí tampoco me cuadran el activo y el pasivo. Como tengo un columpio en el jardín, creo que voy a recibir el año tomando las uvas balanceándome en él con Olimpia en el tobogán (tiene debajo todos sus tesoros).

Es más, quiero dar las gracias por todas las cosas buenas y personas que me han ayudado este año. Como en el anuncio de Orange, estoy aquí por mucha gente y muchas cosas que han ocurrido este año. Y no es balance: es haberse sentido columpiada, regalada, en el regazo de alguien que te quiere, como cuando eras pequeña y no podías hacerlo sola.

1. Gracias a Sergui y a Juan Carlos, cocineros, uno enseña en El carnaval y el otro en El espíritu del bosque. Con ellos he aprendido y me he reído mucho. Gracias también a Marlene, que en Le Gargantua nos enseñó cocina rural francesa a Raquel y a mí junto a una pareja de ingleses: lo pasamos de cine. Pero nuestros hígados agradecieron la vuelta a España.

Me habéis abierto puertas los tres a nuevos sabores, olores, texturas, a ese mundo cada vez más apasionante que es cocinar con fundamento, técnica y corazón.

2. Gracias a todo lo que se ha roto en mi nueva casa desde el día 9 de noviembre hasta hoy: instalación eléctrica (2 veces), caldera, lavadora y lavaplatos, toma de agua, focos y luces externas, tostador y microondas (para tirar ambos). Gracias a todo lo que no he podido entender de la nueva casa a la primera y he tenido que esforzarme (y tirarme de los pelos). Gracias a los 9 técnicos que han pasado por ella (algunos repitiendo), a los señores de Repsol que me han reñido por haber alquilado una casa y no fijarme en que los latiguillos estaban caducados y la instalación había que revisarla desde agosto (todo el mundo antes de alquilar se dedica a mirar las fechas de caducidad de los latiguillos, como es sabido y consta en el manual del buen inquilino). Gracias por haber encontrado a Juan Carlos, al que le he nombrado General Services Manager, y me está ayudando en todas las averías y arreglillos, y a Mohamed, que es el encargado de parques y jardines.

Con todo esto he aprendido algo de lo que estoy muy necesitada: paciencia. Gracias, necesito mucha paciencia. Y Dios lo sabe.

3. Gracias a mis hermanos y a mi madre que vienen a comer a mi nueva casa, a pesar de la lejanía, y ni rechistan. Gracias porque han entendido que necesito un espacio propio, aunque les cueste tenerme más lejos. Gracias porque sabemos siempre que nos tenemos y, como en la película, podemos decir como Lauren Bacall, "Si me necesitas, silba". Gracias a Josianne, samba dulce en casa de mi madre, mulata de impresión que de este año no pasa, te lo prometo, para que encuentres al hombre de tu vida. Nunca te agradeceré bastante todo lo que haces por nuestra familia, Josi.

4. Gracias a Javier Alonso, que ha escuchado parte de mis confusiones espirituales y me ha animado. Gracias a Trini, que ha sido comprensiva, y a Marina, y a Mercedes. Gracias a D. José, de mi parroquia de Madrid, cuyas homilias son siempre preciosas. A D. Juan Pedro de San Jorge por lo mismo, y por la misa de los niños de 11.30 que tanto acerca a Dios. Gracias por las Calatravas al lado de mi casa nueva, por tantas oraciones escuchadas y, tambien, por las que una piensa que no lo han sido. Gracias por el consuelo y la alegría de la fe, por poder comulgar y por poder confesar. Por gente que escribe y a veces con unas pocas palabras te ayuda a rezar, por la profundidad y la sencillez de tantos. Por la luz y sobre todo el calor.

5. Gracias a Marta y Agustín, José María, Eva y Carlos, Concha y Javier, Asun, Tinchu y Miriam, Ignacio, Rose y Alfonso, Teresa, Ana, Natalia, Alvaro,Yolanda, Vasiliki, Marisol, Marta, Rosario y Adrian, a quienes me visitaron en Carnota y muchos más. Cenas, copas, conversaciones telefónicas, cines, teatro, visitas a museos, risas, libros y películas intercambiadas, alguna lágrima, y el calor siempre de quienes son amigos (incluso siendo familia a veces ;-)) y saben acoger y dejarse acoger. Y tanto me ayudan.

6. Gracias por el espacio de libertad que es internet y, en concreto, la actividad "bloggera". Llevo escribiendo toda la vida, pero hacerlo sin que te paguen y sin fin alguno te permite una libertad insólita. Lo necesitaba. Gracias a los nuevos conocidos -algunos en persona, otros por teléfono- y a los que están por conocer, a mis blogs amigos y a muchos más: ver que hay gente que escribe tan bien y dice cosas tan interesantes es siempre una gran alegría. Atisbar por el zaguan entreabierto, y en penumbra a veces, otras vidas o literaturas te hace valorar mejor la tuya, tan pequeña, tan poca cosa. Hay cosas que sin internet no serían posibles: gracias, Agustina.

7. Gracias por haber aprendido cómo hacer un plan de movilidad en una empresa (no es echar gente, ¿eh?), poner en marcha planes de sostenibilidad más complejos, diseñar acciones de colaboración con la comunidad, por los nuevos y antiguos clientes y colaboradores, por las nuevas clases contratadas, en fin, por todo lo que mi trabajo me da, más allá del dinero, es mucho y lo sé. Gracias por haber avanzado en coaching, como coach y coacheada, gracias a Roxane por ser mi coach e impulsar, sin ella ser consciente, decisiones dífíciles pero apasionantes que he tomado este año.

8. Gracias por no tener miedo o por tenerlo y poder superarlo.

9. Gracias por haber descubierto Carnota, Costa da Morte, para mí Costa da Vida. A Elisa y a su familia. Esa playa enorme y tan solitaria en sus mejores momentos (que para otros son los peores: cuando llueve). Gracias por el monte Pindo, por tantas excursiones y por haber podido tener unas largas vacaciones rodeada de gente.

10. Gracias por todos los niños que han nacido este año en mi familia, en las de mis amigos, y por los que están aquí ya pero todavía sus madres no han dado a luz. Y por supuesto por todas las mega reuniones familiares que hemos tenido de una manera u otra. Por las manos que nos podemos echar unos y otros.

Gracias por este año de dones. Por este año de Gracia de 2008.

Está cayendo una buena, aquí y allá, lo sé, lo veo, cosas terribles en el mundo y en nuestro país.

Pero también pienso que hay regalos y dones todos los días.

Y yo hoy quiero dar las gracias por las gracias y seguro que Gracias. Aunque sea columpiarme un poco quizás.

martes, 30 de diciembre de 2008

Culpas y culpables. Y 3)


Lo tenía pendiente, y lo del piropo también. Cierro el año y cierro temas.

Culpas y culpables, tercera parte y final, punto y aparte. Pues eso, como dicen los comentaristas, hay que distinguir entre responsabilidad por los propios actos de cada uno, culpa, sensación de culpabilidad y otros temas afines. No soy experta ni de broma, pero sí veo que lo que hemos discutido está en ámbitos distintos, quizás se solapan. Y se puede afinar más.

Responsabilidad =
1) entender (conocer, saber) que los actos de uno tienen consecuencias
2) apechugar con dichas consecuencias
3) sentido inglés, "accountability" (que para ellos es también responsabilidad): rendir cuentas de nuestros actos a alguien, ante alguien. A nivel privado: ¿dónde has estado, cariño? ¿puedo preguntarte por qué la Visa tiene 300 euros menos? A nivel público: ¿qué haces con mis impuestos?, ¿cómo gobiernas el ayuntamiento?, presentarse a un tribunal por haber atropellado a una niña y te han cogido.

Estoy con Asier y con otros muchos en que hoy hay un gran vaciamiento del concepto de responsabilidad. Y que hay que reivindicarlo. En todos los sentidos, desde el 1 -esto tiene consecuencias-, pasando por el 2 -tendrás que apechugar con ellas, sean las que sean- y el 3 -y en su caso, rendir cuentas a otros de lo que hicistes- , aunque muchas personas son tan ingenuas que lo que insisten, hala, hala, es sólo en el 3: los jueces, la policia, etc.

¿Se droga Vd? Pues no tenga el valor de decirme luego que era menos consciente y esgrima un atenuante o eximente a la hora de atropellar a alguien o pasarse de tortas con alguien. Si Vd. se droga, verá peor, estará más lento, tendrá menos reflejos o todo lo contrario, se sentirá Vd. superman cuando no lo es, depende de lo que se meta. En todo caso Vd. es responsable de lo que hace. Porque Vd. se puiso hasta el límite asuma las consecuencias de ese ponerse más allá: incluso las que Vd. no buscó. No tenga cara dura.

Miles de jóvenes se ponen hasta las cejas y luego vete a reclamar al maestro armero. Viven en una cultura de la irresponsabilidad: no es el 3 lo que les falta, que también, es que no hay gitano que les haga entender el 1, no ya el 2. Las simples y puras consecuencias físicas y psíquicas de la mierda que se meten. Entre otras cosas: siempre sus padres van detrás "limpiando" el rastro que dejan ¿cómo van a entender el 1 y el 2?

¿Qué está ocurriendo? Pues que como mucho intentamos trabajar en el nivel 3: la rendición de cuentas pública. Sea vía que el juez condene, sea la policial. Y eso es un desastre social. La responsabilidad ya no es aquí moral, es "de que te pillen y rindas cuentas". No sé si me explico.

Tuve una discusión de impresión con 2 compañeras de Facultad hace años. Me negué a que el tema del porro el en campus (era privada, aclaro) fuera un tema de traer guardias de seguridad o policia. Me parecía todo lo contrario a lo que es o debe ser una universidad. Nací en el 61 y no puedo ver a un policia en el recinto universitario. No.

Si nosotros, profesores, hasta bedeles, quien sea, no tenemos lo que hay que tener -autoridad, pero no la que nos dan, la que tienes que tener como profesionales de esto-, para impedir que un tío fume en tus narices lo que no puede fumar en la universidad, mal vamos.

Y más. Si yo no puedo ya hacer un discurso "moral" sobre drogas, es un caso, o bebida, es que lo único que nos queda es la puñetera ley. La puñetera norma. No se puede beber hasta las 10, o después de las 12 no te venden. A menos de 20 metros de un cole no puede haber un bar. Pero ¿dónde vamos? ¿a legislar nada más, a hacer "bebódromos" para que nos nos molesten mientras tanto? Somos unos cobardes. Ya podemos marear la perdiz, que por la ley no cambiaremos nada.
No, lo siento, la vida no es cuestión de leyes o normas, salvo que queramos caer en el puritanismo anglo que tan bien conozco. El tema no es "no beber": el tema es beber con moderación. Ni todo, ni nada. Con sentido común.

Y ese es el discurso que hoy no puedes hacer: el de la moderación, porque apelas a algo -la virtud- que suena a monjas y ahí ni de coña. Mejor hablemos de ética "aséptica". Lo cual acaba siendo peor. Ten claros los principios -ten principios- y luego deja a la gente que los aplique y que aspire a lo mejor, a su mejor yo, que se lo curre a su medida, no todas son iguales. Pero es más cómodo tener borregos a los que conducir con pistolas o jueces -siempre ineficaces al final- que tener a ciudadanos libres y conscientes que se exigen a ellos mismos. A personas.

Porque si no puedo hablar de virtud -quienes deben: maestros, profesores, educadores, padres-, me quedo en la puñetera norma. Y desde ahí legislo en plan la ley mosaica. ¿Entiende un tío que la bebida, el sexo o lo que sea está bien pero no a lo bestia? ¿tiene la fibra moral para dominarse cuando debe, apasionarse cuando lo mismo? Pues ya está. No es un tema de no, es un tema de sí, cuándo, con quién, hasta donde, etc. De conocer (cierta inteligencia hay que tener) que los actos humanos tienen consecuencias y apechugar con ellas para empezar: nada es gratis, todo tiene un impacto propio y en los demás. De voluntad también, no sólo de ella, pero también con ella.

El tema hoy ya no es la responsabilidad 1, 2 y 3 -que lo son, y habría que hablar de ellas- el tema, como apunté desde el inicio, es que no hay sentido de culpa tampoco. Y eso es más profundo que la responsabilidad: es sentir que has hecho mal, reconocer algo malo que tú, oh perfección de perfecciones, puedes cometer. Y dolerte, y arrepentirte, e intentar no volver a hacerlo. Lo dijeron varios en los anteriores post de la culpa: es que no hay ni rastro de sentirse mal por algo que has hecho mal, mira al monstruo de Ansteten, a los borricos de niños que machacan a otro niño, a los tíos que violaron a Sandra Palo. Es escalofriante.

No hay sentido no sólo de responsabilidad, sino de culpa: una tía se va con un señor casado y ni se plantea nada, no él, ella tampoco. Joé, tía, que tiene hijos, que ya no es un tema sólo de fidelidad hacia su mujer, es que estás metiendo en esto a personas totalmente inocentes. "Es su problema, no el mío". Alucinas en colores. No hay sentido de culpa. Ninguno. Y no es vivir sin levantar cabeza desde que metiste la pata -todos los hacemos-, es reconocerlo, pedir perdón si conviene o se debe (ayuda a veces, otras no), intentar reparar el daño siempre y seguir adelante. Pero reconociendo que hiciste mal. Porque hacemos mal, todos. El mal no es lo que dice la ley, es algo más: no seamos tan gilis de dejar al Estado, a la ley, que nos diga lo que "está mal". Al final sólo será fumar y no pagar impuestos, esto también.

En fin. Que hay mucho en esto de las culpas y culpables y las leyes son casi lo de menos. Que la responsabilidad es importante no solo para conocer (y saber medir) las consecuencias de los actos de cada uno, para apechugar con ellas y para presentarse al juez o a Hacienda, sino porque hay cosas que están mal hechas, las haga Aristóteles, el moro Muza, uno de nuestra tribu o uno mismo. Por muy bien que nos caigamos todos. Lo que está mal, mal está.

Ya solo me queda el piropo, mucho más divertido.

lunes, 29 de diciembre de 2008

Familias


El sábado vinieron a casa Eva y Carlos con sus cuatro hijos. El domingo había invitado a Mohamed, el jardinero, y su familia para conocerles. Me han hecho pensar ambas visitas.

Eva y Carlos son amigos de toda la vida, su niña mayor tiene 9 años, el pequeño -le llamo "El Padrino", es el que organiza a sus hermanos en la sombra- no llega al año creo, su nombre real es Juan Pablo (You can't scare me, I have children). En medio, Miguel, que es un tesorito, hay que ver qué fácil parece ese niño que siempre está contento, y Pilu, que, por fin superó el temor a Olimpia. Los cuatro casi albinos, tienen esa alegría y espontaneidad tan cómoda. Yo riño a mis sobrinos y a los hijos de mis amigos si hace falta, y no pasa nada, pero prefiero siempre que estén como si fuera su casa, y no de visita, la verdad.

El día estaba frío, no pudimos estar fuera, pero comimos, vimos un vídeo, y me dejaron la casa más limpia que cuando llegaron. Carlos, Eva y Jose María, otro amigo que vino, me ayudaron a recoger todo -sigo sin lavaplatos- y, encima, barrieron. Encendimos la chimenea, hablamos un poco, lo que pudimos. Ser madre posibilita poder llevar 5 conversaciones distintas y no perderse ninguna. Ya le dije a Pilu que, como yo no lo soy, no puedo contestarla mientras estoy hablando con otra persona: sólo mamá puede hacer eso y mucho más. Creo que la niña es consciente de los superpoderes que da la maternidad, también la paternidad.

Carlos es como muchos hombres que yo conozco, afortunadamente: tranquilo, nada es un problema jamás, minimiza, desdramatiza, una gozada. Como Javier y Agustín, maridos de mis primas, mi hermano Paco y otras muchas variaciones de "quiet men" que tengo cerca.

Mohamed es un recién llegado a mi vida. Frente a los 300 euros que me pidió un tipo por podar 2 árboles -debió de pensar que yo tenía cara de rica, de tonta, o quizás de las dos cosas- Mohamed me dijo que lo hacía por 50 euros. Evidentemente no le pagué 50, sino más. Cuatro horas del trabajo físico de un hombre con frío fuera y subido en una escalera bastante incómodo no valen 50 euros, lo hizo fenomenal además. Quedamos que un día de cada mes este invierno vendrá a hacer cosas del jardín: podar los setos, abonar, arreglar algunas cosillas, etc.

Lleva 18 años en España, trabajaba en la construcción, está casado con una rifeña, tienen 4 hijos: el mayor de 13, el pequeño de 6, calculo. Sólo 1 niña. Guapos como soles, con esos ojos profundos que tienen los marroquíes y, en general, mucha gente morena. Su mujer y los niños han llegado este año y, lógicamente, les está costando adaptarse. Por eso, entre otras razones, quería conocerles, me comentó que el mayor estaba ingobernable. Me dijeron sus nombres ayer, pero me resultan intranscribibles todavía, sólo me acuerdo del de la madre: Fatiwa, creo.

Fatiwa no habla nada de castellano, tampoco árabe, ni francés, sólo rifeño. Los niños sí hablaban castellano. Bueno, no estoy muy segura de lo que hablaban porque a penas abrieron boca, no pudieron.

Me impresionó mucho porque no estoy acostumbrada a familias así.

Preguntaba yo algo en castellano a los niños "¿Qué amigos tienes?, ¿te gusta el colegio? ¿qué deporte haces?" y su padre era el que respondía siempre. Los cuatro sentaditos y sin rechistar, formales como si estuvieran en Misa (es un decir, los niños que conozco ni en Misa están quietos, como es natural).

Una familia que no se interrumpe me parece muy raro, pero en la que los niños no dicen ni mú todavía más.

Hubo un momento que le tuve que decir a Mohamed que por favor quería ver un poco cómo iba el castellano de los niños, que si podía dejarles a ellos contestar: no iba mal, nada mal y eso que llevan solo 4 meses. Despiertos y listos parecían todos.

La mujer como ausente, no abrió la boca. "Ella no aprende castellano, a ver si mis hijos la pueden enseñar, pero no, no podrá...". Me quedé de piedra. "Claro que podrá... ¿no sale, Mohamed, no va a las tiendas?" "No, no, ella no quiere, yo le traigo todo lo que necesita." Me quedé pasmada.

No quise ahondar más en ese momento, no era oportuno. Pero era evidente: si no sale ¿cómo aprenderá? ¿Todo el santo día en casa? Pero ¿dónde se ha visto eso? Pues lo que la faltaba, no ir de compras, todo el día en casa. Pensé luego si sería analfabeta, quizás era eso. Quedé que cocinaremos un día cus cus juntas, en su casa o en la mía, Mohamed nos hará de traductor. Invitaré a Irene, mi cuñada, que es profesora y ha estudiado semíticas y siempre tiene mucho ojo, en general y en particular, para todo.

También les dije a los niños que vinieran a jugar a la casita que tengo en el jardín, a leer o que se llevaran libros, al ordenador o a bañarse cuando haga buen tiempo. Besé a los niños y a ella al despedirnos, bueno, a ella le di un abrazo muy fuerte además, y un "Dios te bendiga". Suena antiguo, pero me encanta y siempre que puedo, y no suena raro, lo hago, lo aprendí en Canadá: "God bless you".

Como creo que dijo un día Driver, intentar ser simplemente un buen vecino es algo más real y menos chorra que la palabra solidaridad, ya ni menciono la estupidez del multiculturalismo o la alianza de civilizaciones que me parece un tongo.

Mi preocupación ahora hasta qué punto un sistema familiar como el que vislumbré en una hora -poco, lo sé- es capaz de integrarse en una sociedad como la nuestra. Me preocupan ellos en concreto, no el "problema" en general. Tres pasos atrás ella, unos niños que ni se movieron, un hombre que hablaba en nombre de todos. Joé, a lo mejor es el idioma, ojalá lo sea, pero no estoy nada segura. Y me cae bien él y parece un buen hombre. Veremos.

domingo, 28 de diciembre de 2008

Del yo al nosotros. Del nosotros al yo. y 3)



Voy a ir cerrando temas o me pilla el 31, como en general me ocurre, con varios frentes abiertos.

Del yo al nosotros y del nosotros al yo, última parte.

Comunidad. Otro concepto interesante de lo que es grupal. Muy anglo. Irlandés también. Me acuerdo bailando en el pub en Irlanda: te dabas cuenta que era un baile social, de comunidad. A diferencia de las sevillanas, un simple ejemplo, que es un baile de 2 -hombre y mujer, además-, todo un aire de seducción a mi limitado entender. El baile irlandés es un baile que explica su sentido de comunidad. Divertido, animado, enseguida lo aprendes, la Guiness ayuda en cualquier caso.

Un sentido de comunidad es lo que hace que todo un pueblo se ponga a construir un granero para alguien que lo necesita, y que a la vez se sea fieramente anti Estado: se cree en las personas y el bien común, pero muy poco en la autoridad de alguien supuestamente por encima. No se delega nada por arriba, no vaya a ser que se lo crean.

Se ve en las pelis yankees -lo rural tiene mucha herencia irlandesa-, pero también, por poner un ejemplo, en la gran diversidad y eficacia de lo que se llama tercer sector, las entidades no lucrativas, ongs, que en EEUU son desde el club de futbol de tu hijo (donde tú colaboras todos los sábados entrenando) hasta el "meals on wheels", un servicio de comida a domicilio para la gente que vive sola. Hay de todo. Liberales, libertarios incluso y, a la vez, un fuertísimo sentido de comunidad, gracias a eso sobreviven. Una sociedad totalmente liberal (liberalismo I que diría Michael Walzer) sería insoportable. El comunitarismo, como tercera vía, es, por eso, muy interesante: aporta una visión, quizás menos soluciones prácticas.

Frente a esto, yo no creo ni en la tribu ni en el colectivo. Quizás tampoco en lo colectivo. Me espanta cuando hablan de "las mujeres". O de "los homosexuales". O de las cuarentonas. Y que se nombren representantes. Cada vez creo más en los individuos y pienso que las agrupaciones de colectivos suelen servir al interés de unos pocos, a menudo ni siquiera los propios de dicho colectivo. En el caso de las mujeres es evidente: niñatas sin oficio ni beneficio ... bien situadas por haber cogido el toniqute de "las mujeres".

Y con la tribu, igual. Hay un sentido atávico en la tribu que los españoles hemos mamado bien. Lo vivmos en política: nuestro voto es atávico a menudo, no lo movemos, son "los nuestros". Pero existe en muchos más lugares y culturas. Las llamadas tribus urbanas son precisamente esto: borricos varios unidos bajo un mismo uniforme y actitudes que los protegen de pensar, pero también del mundo exterior bajo un manto de seguridad que sólo el grupo proporciona. Suelen seguir el eslogan del líder. Y someterese a ritos de iniciación o madurez varios con una jerga que sólo ellos entienden.

Necesitamos de lo grupal. Nos hacemos en una familia. Es lo primero que necesitamos, y no siempre se tiene: no una familia cualquiera, una familia estable, donde con los fallos de todos, se perdone y se quiera a todos. Pero no toda familia es así. Por eso me parece complejo hablar de la instutución familiar como si el concepto nos salvara de todo mal. No sé, no lo acabo de ver, creo fundamental la familia pero sé que no sirve sólo "la invocación", por así decirlo.

Hoy se celebra el Día de la Familia y Madrid se inunda de familias para una gran manifestación: es una cosa estupenda, quizás hace mucha falta. Pero pienso que hay mucha tela que cortar en la familia, dentro también, y en todo lo que la rodea por supuesto. Creo que no siempre son "los otros", la "otra tribu", los "malos" anti-familia. Las cosas son un poco más complejas a mi entender, pero es posible que yo sea la enrevesada.

sábado, 27 de diciembre de 2008

El pub local



-"¿Cómo?, ¿no has conocido a nadie de aquí todavía? No me lo puedo creer."

Familia y amigos me lo dicen. El caso es que he conocido a mucha gente de la zona: técnicos de lavadoras, lavaplatos, teléfono, calderas, ferreteros, podadores, chapuzas, Repsol, y, así, hasta quince.

Pero entre trabajar para pagar facturas varias, atender a dichos técnicos, la mudanza, cocinar y estar con la familia y amigos que vienen cada fin de semana, no había salido apenas más allá de las tiendas o mi casa. Y eso no es vida, ni tampoco soy yo, suelo socializar rapidíto.

Una cosa es que baje a Madrid todas las semanas o vengan amigos y familia a visitarme, y otra es que viva en un sitio donde no conozco a nadie: va en contra de mis principios.

Así que prometí a un par de amigos que iba a salir e intentar conocer a gente de aquí, cosa que tiene cierto mérito: primero, hace un frío que pela; segundo, estoy muy a gusto en casa; tercero, no conozco a nadie; cuarto, voy sola; y, quinto, supero la cuarentena (no de aislamiento por enfermedad, la otra).

Por eso, cuando salgo como ayer, voy en plan observadora que va a pasar totalmente desapercibida. Como una especie de antropóloga o exploradora inglesa. Margaret Mead o así, pero pintada, claro. Una mujer es una mujer siempre, por muy científica que sea.

Sólo me falta, como diría una de esas viajeras inglesas del siglo pasado, "the blessing of a good thick skirt". Tiene sus ventajas lo de ser antropólga. A lo mejor mis estudios sobre el lugar me llevan a la fama y puedo retirarme tras escribir sobre las costumbres sociales de las tribus del Parque de la Cuenca Alta del Manzanares, los usos amorosos de la local middle class o el rol social del camarero - chamán en los pequeños núcleos urbanos de zonas rurales. Todo puede ser.

Pues eso.

Jazz y blues en el pub el Artesanado de Cerceda. Todas las mesas estaban reservadas, me senté en la barra (al lado, quiero decir, no encima). Tocaba bien el pianista, es un habitual del lugar, según me enteré. Majo el camarero- propietario, Andrés, que no daba abasto, el pobre: su mujer con gripe, él solo y otro chaval para atender a unas 40 personas, volaban. Un sólo visón, el resto uniforme de la sierra (polar o jersey y pana o pantalón calentito), gente de mediana edad, salvo una rusa que acompañaba a quienes podrían ser sus padres o tíos (a lo mejor la habían prohijado, hay hombres muy buenos en esta vida) y, luego, los clásicos dos tipos que cuando beben un poco se ponen un pelín pesados y cariñosos sea cual sea la tipa que tienen al lado.

Daba gusto estar allí. Escuchar Misty, algo de Cole Porter, Summertime, Stormy Weather, Georgia, As times goes by, Las Hojas Muertas y otros clásicos o versiones en blues o jazz siempre calienta el corazón.

Valió la pena y volveré, siempre en plan antropóloga, por supuesto. Lo que hay es lo que hay.


la foto es de http://www.iberimage.com/fotos/2LO_MG_6253.jpg

viernes, 26 de diciembre de 2008

La verdad sobre gatos y perros 1)



Tomo prestado el título a una comedia americana de esas que se ven con una sonrisa. Jeanine Garrofalo es una estupenda actriz y buscarse una modelo para que ligue en tu nombre siempre es una solución. Si encima es Uma Thurman, ya ni te cuento.

Lo cierto es que hay personas partidiarias de perros, otras de gatos, y, otras, extrañas quizás, que nos gustan las dos especies, entre otras muchas que también nos encantan.

Para entender a estos dos animales domésticos a mí me sirve mucho la comparación que hizo mi amiga Marina de Pamplona, con 6 chicos, 6, creo recordar que tiene.

"Mira, Aurora, los niños -los chicos- son como los perros: los tienes que sacar a que se desfoguen, que corran por el monte, los das de comer y ya con eso están contentos. En cambio las niñas son más complicadas, son como los gatos, van más a su aire, parecen más caseras, no necesitan cansarse, pero cuando crees que te piden un mimito o se lo vas a dar tú, zas, te sacan las uñitas y no sabes por qué".

No sé si será cierto, pero creo que se aproxima bastante a la realidad de amigos y familia que yo he conocido.

También dicen que a las personas que les gustan los perros son quienes quieren recibir amor, y, en cambio, las partidarias de los gatos son quienes están más dispuestos a darlo. Mala cosa me parece que haya más partidarios de perros que de gatos, la verdad.

Comparaciones aparte, perros y gatos tienen mundos muy interesantes.

Tuve dos gatos en Canadá, mi compañera de piso era fan y me transmitió, a mí que era bastabte recelosa de lo gatuno, su amor por ellos.

Genevieve tenía un sentido del humor muy especial, los llamó Mungojerrie and Rumpleteazer, como dos de los gatos del "Old Possum Book of Practical Cats" de T.S. Elliot, el texto sobre el que se basó la estupenda comedia musical "Cats", muy del gusto de los 80. Cuando la vi con mi madre y mi sobrina María me encantó, medio patio de butacas decorado como si fuera un callejón de modo que nosotros veíamos el mundo como un gato, un tambor viejo de detergente pasado a escala de gato y así con todo: latas de sardina, cubos de basura, etc.

Vuelvo a ver escenas del musical y recuerdo por qué me gustó tanto. No es sólo cómo se mueven y bailan -igual que gatos-, es toda la caracterización, ese acento inglés de gatos y gatas con glamour o sin él, barriobajeros, mefistofelianos, jueguetones, inteligentes y tan... gatos todos.

Mungojerrie y Rumpleteazer castigaban las ausencias que consideraban excesivas. Se metían en los armarios montando la de San Quintín si no dormíamos Genevive y yo en casa. Atigrados, inteligentes y buenos cazadores de ratones -vivíamos encima de un restaurante en Toronto-, me enseñaron el particular comportamiento de esos seres que nos toleran en su vida y, de vez en cuando, dejan que los mimemos y nos hacen un cariño, pero sin que nos creamos nunca que son "nuestros". No somos sus amos.

Los perros nos enseñan otras cosas.

jueves, 25 de diciembre de 2008

25 de diciembre, Sol de invierno


Dios nos regaló hoy un día impresionante.

Sol a raudales en El Boalo. Tenía preparada la mesa de Vermeer para la comida de Navidad, pero empezamos con el aperitivo fuera y al final decidimos quedarnos al sol, me gustan los cambios y la improvisación de última hora.


Daba gloria tomarse el caldito, el gambón y el salmón fuera, y esa tarta de avellana cortesía de mi cuñada Silvia, todo regado con cava catalán, aunque algunos empezamos con tinto, la costumbre.

Creo que tengo un mal de ojo, acepto oraciones, "limpias" o cualquier tipo de remedio ordinario o, casi mejor, extraordinario: la caldera no funciona, ya era lo que faltaba. Si hago un listado de todo lo que se ha roto, no ha funcionado de golpe, ha funcionado mal, o lo que sea, me faltaría espacio en un folio, podría abrir un blog sólo de averías domésticas. Es una idea.

Pero como Dios es bueno, hoy con el sol que había, la chimenea y un par de radiadores eléctricos bastaba. A 22 grados estoy ahora en el cuarto de estar.

Mi cuñada Irene nos trajo una película china que dormí fenomenal, la madre de mi amigo Álvaro también la durmió, ambas en el cuarto de estar. Olimpia decidió que ella se echaba la siesta en mi cama y allí que se fue.
Estos chinos me superan un poco y "La promesa" visualmente es muy interesante, pero no me enteraba de la maldición y cuándo soñaban o no. En cambio mi sobrino Javier de 7 años se ha enterado de todo, está como un Draculín sin sus dientes delanteros, Ratón Pérez está haciendo horas extras (3 dientes en 7 días).
Sol de invierno, día del Nacimiento de Jesús, sol del mundo.

Gracias por poder reunirnos, por queremos y porque, aunque yo ya no pueda más con cosas que se rompen en esta casa, pueda olvidarme a los 10 minutos.

Gracias también por todos los amigos y familia a quienes tengo en el corazón y han pasado por móvil, teléfono o correo electrónico estos días. Son también otro sol de invierno. Dan calor y luz.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Vida perra. V) Algo pasa y yo estoy aquí ¡Feliz Navidad!



Soy una perra pero no soy tonta y me doy cuenta de que algo pasa.

Sucede siempre por estas fechas donde a mí no me sobra el pelo, sino que me viene muy bien. Mucho más este año, dónde va a parar, venir con el abrigo incorporado, chincha rabiña que ni Elena Benarroch puede hacer un abrigo como el que yo llevo y de natural. A mi plin las nieves y los hielos.

Al grano, Olimpia, que te pierdes o te vas por las ramas.

Digo eso, que algo pasa.

Más tiempo en la cocina, más llamadas de teléfono (mi ama hace rica a Vodafone y Telefónica, a ver si entiende que Skype es la solución), un poco más de estres ese de los que cocinan, que para nosotros los perros significa más despistes y nuevas oportunidades para pillar algo rico, gracias, guapa que no te enteras y ya he salido de la cocina con un hueso que no has visto.

Las casas cambian, colocan a veces árboles dentro. Me meé y marqué uno -soy hembra pero marco sin parar, no entiendo tanto revuelo por esta costumbre- también me comí un par de galletas deliciosas que colgaban de otro. No se me puede sacar a ninguna parte, dijo Ella.

Respiro más ternura, más nostalgia y el Gran Creador -no Padre mío, sólo Ellos pueden llamarle así- insufla un poco de buena voluntad en algunas almas humanas que se dejan hacer.

Como nosotros, los animales, nos dejamos hacer bastante bien, una ventaja que tenemos, otras no. Huérfanos estamos desde que nacemos, pero nuestra inconsciencia no es tal, sino descansar en el dador de vida, el Gran Creador al que nos sometemos sin saberlo.

A veces hace falta saber poco.

Ser perra tiene muchas ventajas en esta vida, para qué nos vamos a engañar. Este tiempo de alegría humana, llena de niños, de algunas lágrimas por quienes no están, y de los roces y desencuentros que nunca faltan entre los humanos, es, pese a todo, tiempo de cariño, también para nosotros.

Javier y Carmen corren hoy por El Boalo y yo sé que los cuatro tupper que acaba de cerrar mi ama contienen una sopa donde metió un animal vivo con pinzas grandotas, quise comérmelo pero ni de broma me dejaron. Nos turnarmos, un día aquí y el otro allá, las casas son de todos, y abiertas siempre están a todos.

Creador de la vida, que no Redentor mío, nada tendría que celebrar por tu nacimiento.

Nosotros los perros no necesitamos salvación alguna, estamos contigo desde el principio, no hay que unir nada roto. Pero me alegro por Ellos, por mi ama en concreto. Tan perdidos a veces, tan sólos, tan malos, tan buenos a veces, tan pequeños todos. Tan limitados.

Gran Creador, bienvenido seas a nuestra tierra.

Es la de Ellos pero también la de nosotros, animales, limitadas ánimas también pero nunca caídas, barro de la tierra en el que Tú quisiste poner un soplo de vida. Dador de vida. De toda vida. Bienvenido a nuestra vida terrenal.

martes, 23 de diciembre de 2008

Culpas y culpables 2)



No es época para culpas y culpables ésta de Navidad. O sí, quizás sí.

Resumen de la primera parte: hay culpa por el mal hecho, útil para reconocer que uno se equivoca, rectificar, reparar el daño si se puede, pedir perdón y, con ánimo, seguir pa´lante. Es una culpa útil y saludable, la humanidad iría mejor con ella. Si uno es católico algo de esto sabe por la confesión además.Tiene que ver con el sentido del pecado, fundamental en mi opinión.

Pero hay otras culpas por males "colectivos", de esos que hizo o hace tu "pueblo"(o colectivo, también, ese es el problema, los colectivos , pero en lo que has tenido o tienes poco o nada que ver, pero te toca "redimir" en tu persona dicha culpa colectiva.

Y otras culpas más complejas aún: las de saber que te ha tocado el Gordo con muchas cosas de esta vida e intentar como hacer contabilidad con Dios "Mira majo, Tú me has dado x e y, pero como soy buena chica te voy a devolver vía esto tal y cual, porque soy responsable y la hija que quisieran tener todos los padres y ya ni te cuento como amiga. Pues eso, Dios, que tranquilo tú que yo voy a hacer todo lo posible para que el balance, tu activo, mi pasivo y tal cuadre".

"Y no te voy a pedir mas": mentalidad de culpa y de Dios como banquero, tenemos como un límite de endeudamiento, ja.

"Y si no te parece mal me gustaría saber por qué yo he nacido para estrella y a muchos otros los tienes fastidiaos sin un pozo de agua allá por el África subsahariana": mentalidad, terrible, de elegidos para la Gloria identificándose ciertas cosas con otras que no tienen nada que ver.

Todo ello sumado además al hecho de identificar "portate bien y te amaré" como si Dios no nos quisiera todo el rato. Y aderezado con la idea de que Dios es razonable, mejor dicho tiene una razón como humana, un hilo nuestro. Volveré con esto más adelante.

La culpa, determinado sentido de la culpa al menos, tiene que ver también con la necesidad, muy humana, de querer buscar una explicación al mal. Sea un cabeza de turco, sea otra cosa. Un porqué constante. Por eso también echamos las culpas fuera o buscamos un cómodo chivo expiatorio (que eso es lo que era: una cabra a la que le ponían las culpas los judíos como metáfora... y la dejaban en el desierto).

Hay un sentido de la culpa judío, lo sé porque tengo amigos judíos y sé un poquito cómo lidan con ello, malamente o peor a veces que los católicos. Pero aquí voy a indagar con el que, por educación y vida, conozco más, el católico y español antiguo.

Primer apartado: culpa colectiva que debe saldarse en individual. Lo saben bien algunos hombres, aunque lo cierto es que el sentido de culpa general y particular es casi más femenino que masculino. Ese sentido de culpa te hace avergonzarte del "colectivo" al que perteneces: primer error. Nadie pertenecemos a ningún colectivo "los hombres", "las mujeres", "los castellanos viejos o nuevos", "nosotros" o "ellos". Pero el caso es que te avergüenzas e intentas vía particular paliar, borrar o compensar algo que tú, aunque seas hombre, de Burgos o del primer mundo, no has hecho. Te haces chivo expiatorio tú mismo, en cierta medida.

Por esta culpa, creo yo que hay unos calzonazos de espanto, pero es que la cultura popular de hoy se encarga de señalar al colectivo "hombres" como los malos de la peli. Por este sentido de culpa, la gente no hace lo que tiene que hacer no vaya a ser que le tilden de X o B. En el pasado zurramos a los niños -perdón, zurraron-, ahora no nos atrevemos a decirles que estudien y ordenen el cuarto. En el pasado tu pueblo oprimió al mío, ahora voy a permitirme machacarte y sacarte lo que pueda utilizando toda la culpa acumulada. Los alemanes, gente muy inteligente y para admirar, saben de esto algo.

El fenómeno de la inmigración, interesante, apasionante y todo un reto para nosotros, a veces se alimenta para mal en la culpa. Y te encuentras a un inmigrant en la Seguridad Social exigiendo cosas que no puede exigir para que en cuanto te descuidas decir que lo discriminan por moro, pongo por caso: saben bien qué resortes tocar. Culpa colectiva.

lunes, 22 de diciembre de 2008

Culpas y culpables 1)


Las cosas que mejor salen a veces son las que ni se piensan. A raíz de las viudas me dijo Pepa que escribiera sobre la culpa. No veo la relación, bueno sí que la veo, pero sobre todo entro como un Mihura si me citan. Quizás ser de una familia de Valladolid ayude a escribir sobre la culpa. O que en casa de tus abuelos hubiera muebles estilo remordimiento español.

Vaya por delante que creo que la culpa no es mala, es buena. En determinadas dosis es hasta excelente. El mundo andaría mejor si reconociéramos nuestras culpas. Hoy ya todo es tan light que la gente ni siquiera tiene culpa: sin grasas, sin colesterol, sin gluten , sin ... culpa. Es la nueva moda. Pero de ahí a la culpa con que nos movemos ciertas generaciones y, en concreto, algunas mujeres, hay un abismo.

Culpa: sensación de haber hecho algo mal. Vale si se hizo. Es la culpa necesaria e importante. Hay que reconocer que hacemos cosas que están mal o muy mal a veces. Dolerse por ello y pedir perdón, reparar el daño si se puede, y si uno es católico, confesarse. Y ya está. A empezar de nuevo con propósito de la enmienda pero sin hurgar en la herida, sin obsesionarse. Algunas obsesiones a posteriori sobre el mal que se pudo hacer tienen que ver más con ser orgulloso o un pelmazo que con otra cosa.

Pero es que hay algunos que pueden tener sensación de culpa por más cosas: todo lo "bueno" que les toca. O asumir también culpas "colectivas" en las que nada tuviste que ver. Puede ser agotador. Algunos pueden aprovecharse de esto. Variados.

Por ejemplo, en el caso de la culpa colectiva, como en la tesis de Nancy creo recordar, no había que mencionar más que al yankee opresor -aunque la tía de Wisconsin o donde fuera no tuviera nada que ver- para que una americana se fuera a la cama por una puñetera sensación de culpa colectiva. Alucinante pero cierto. He conocido a gente así.

Cierto terrorismo se aprovecha y escarba en el hecho de que los occidentales, europeos pero fundamentalmente yankees, oprimimos al tercer mundo o lo hemos hecho en el pasado. Han pasado muchos años, sus países son independientes y sus gobernantes corruptos, no creo que mejores que los nuestros, pero Occidente sigue siendo culpable de todo. Y algunos occidentales vamos así, con culpa, otros como si el mundo fuera Disneylandia y estuviera a nuestra disposición, los demás a modo de atracción de feria y nosotros paseándonos con pantalones cortos, también es cierto.

Vayamos más al caso extraño de culpa: culpa porque te hayan caído cosas buenas, un poquito más enrevesado que la culpa colectiva aunque algo tiene que ver.

Culpa por haber tenido una familia que le podía haber tocado a otro. Cuestión de geografía. Casualidad donde uno nace. Pero sabes que gran parte de tu vida va a ir marcada por ese hecho: dónde naciste, cuándo, de quiénes. Por nacer en Madrid en 1961 de una pareja de universitarios de clase media se estará escolarizada, se irá a universidad, y se tendrán muchas más oportunidades que 5.000 millones de seres humanos situándose -sin hacer realmente nada o muy poco- además entre el 20% de los 1.000 millones que viven mejor. Sólo por nacer un día, de unos padres, en un país determinado.

Con eso algunas personas viven mal. Siguen preguntándose "¿Por qué yo?" Da reparo, da vergüenza, sensación de culpa. Se piensa como si hubiera que devolver algo o merecer algo de lo que se recibe que uno ve como bueno, porque tiene los ojos abiertos y ve el mundo y la que lleva cayendo desde su fundación.

Culpa que inmoviliza a veces porque no se quiere desear nada, no vaya a ser que te toque. Sabes que a menudo con desearlo basta. Hombre, alguna cosita te lo curras, pero te resulta fácil o más fácil que para otros. Miedo al éxito se llama también. Miedo a pedir nada más a la vida por culpa. Bastante te ha dado ya. Compartes, das a manos llenas, pero no es generosidad, es otra cosa: culpa. Y desear, sólo el deseo de algo o de alguien te produce una terrible vergüenza, sabes que más no es justo, no lo es. A vueltas con la justicia. Muchas personas son conscientes de que el mundo es injusto y se sienten mal porque les haya tocado lo bueno.

Es culpa al final por no aceptar todo como lo que es: dones, regalos. Y decir simplemente gracias, no se puede decir ni hacer realmente nada más de valor, o lo que vayamos a hacer no significa nada.

Todo es don, todo es regalo, todo es Gracia y gracias. Pues eso, con un "gracias" nuestro bastaba, o no bastaba, daba igual, pero es lo único que realmente se puede hacer. Y compartir es de cajón, pero no como para devolver, no bajo esa idea detrás. Porque no puedes devolver en esta vida nada ni compensar nada, ni hacer que la balanza vaya más para el otro lado.

Y es que la culpa te hace funcionar a veces como puñetero contable -debe y haber- al que jamás le puede cuadrar nada. Algunos aprovechan esto para sacarte hasta las hijuelas, algunos de todo tipo y condición. Ese afán contable como no se detecte puede hacer polvo a muchas personas.

Otras veces se actúa como idiota intérprete de la parábola de los talento: pensamos que son talentos a veces los que no lo son, y los que lo son ni nos damos cuenta. O peor, tenemos una mentalidad protestante del carajo, del buen administrador, cuidadín que no me pille con el talento enterrado, llegamos a pensar en Dios realmente como un Señor que cuenta sus moneditas. O nos lleva las cuentas a nosotros. Qué pena, Dios mío. Qué tontos somos.

La culpa te impide ver lo recibido como regalado por alguien que te supera, y te quiere, y no pasa nada, nunca vas a poder devolverle el regalo con nada que hagas. Tampoco conviene hacer cábalas o machacarse con el por qué último, no el cercano de las injusticias. Quita tiempo para disfrutar, compartir y hacer algo de provecho real por los demás.

Con toda sinceridad, la culpa es peligrosa sacada del contexto "hice mal, me arrepiento, me confieso y ya". En el ámbito religioso católico, que es el que quizás algo conozco, hay todavía mucha culpa mal entendida, pienso. Y se puede utilizar para manipular, no para querer a gente libre. Hay quizás poca teología del don y demasiado énfasis en el merecer, hacer, corresponder. Supongo que habrá escrito sobre esto mucho.

Por eso, ¿qué mejor que matar la culpa con "El Mesias" de Haendel?

"For unto us a child is born, unto us a child is given, wonderful, marvelous...".

Todo niño es un don, éste más.

Toda redención, la Redención, está hecha, nosotros no vamos a añadir nada.

Es un regalo, es todo don, inmerecido, impresionante, sin medida. Y hay que verlo y recibirlo, nada más. Si es amar lo único importante, parte de eso es aceptar lo que nos quieren sin hacer preguntas. Por eso la culpa, ese tipo de culpas, sobran. Otras no.

Culpa, culpa de mujeres. Seguiré luego. Vienen a cenar mis sobrinos.

La casa de las viudas y 2)



Esto de las viudas da mucho de sí. Hay gran variedad.

La viuda que no llega a fin de mes. Mogollón. Me dice un amigo que trabaja de cajero en Caja Madrid la cantidad de pensionistas y viudas que se pasan por la Caja para actualizar y que ves que hacen juegos malabares para poder comer. Simple y llanamente. Y ahora más.

Algunas viudas que las pasan canutas están sentadas sobre una millonada: son sus propias casas. Sólo por el suelo a veces ya valen. Vienen los bancos con una "solución": me quedo con la casa y te paso una especie de pensión. No digo que no pueda funcionar, pero me suena a tongo que te mueres. Soy de la opinión que la banca siempre gana. Y aunque entiendo que puede ser una salida -para qué mirar el precio del Avecrem si tienes una casa y lo que no tienes es ni medio duro- no me acaba de gustar la idea.

Hay viudas que no están contentas en ninguna parte. Se acrecienta con la edad, puede ayudar algo el carácter de éstas, cuando no se ha sido animada o entusiasta. Es una insatisfacción que tiene mala solución. Si están solas mal, y si se les plantea un plan para hacer a los 20 minutos ya están cansadas y quieren volver a su casa.

Algunas viudas sin querer pueden absorber a los hijos, especialmente a los solteros, mucho más a las hijas. Les dan 20 y ellas quieren 40, nunca es suficiente, nunca piensan que se ocupan de ellas. Da igual que hayan tenido una buena vida, un marido que las quiso y con el que fueron felices 10, 20, a veces 30 años. Algo que, por cierto, es ya una lotería, la mejor lotería, ¿cuánta gente en este mundo de hoy puede decir eso? Creo yo que poca, es algo por lo que dar gracias a Dios o a la vida. Pero es igual, no es tanto la nostalgia por el marido, echarle de menos, como otra cosa.

Esta misma queja la he visto también en algunas mujere solteras, pero también casadas: nunca se ocupan de mí, no me llaman, no me dicen, no cuentan conmigo. A veces tienen más razón que un santo. Pero otras no. Otras veces hay que preguntarse cuántas veces llamas tú a los demás y les invitas a venir a tu casa. Cuántas veces sacas las entradas para el cine o intentas hacer plan con una persona u otra. Cuántas veces llamas por teléfono a preguntar cómo le va a alguien. Más allá de tus hijos, si una es viuda, pero incluyéndoles también. La vida no se acaba en los hijos ni en un marido, tampoco en una misma, seas viuda, casada, divorciada o soltera. Horizontes, por Dios. Aire.

Es cierto que algunas cosas se tienen más difíciles si eres viuda, divorciada, separada o soltera, pienso, pero también hay que moverse, salir, poner algo de parte de una. Porque los demás no es que sean egoístas -aunque lo seamos todos- es que tienen su vida, es que se corre mucho hoy, todo el mundo está ocupado y si uno quiere tener amistades, mantener una familia unida a distancia, hay que estar encima. No pensar siempre que los demás te tienen que llamar.

A veces la compañía hay que currársela. La edad o determinadas circustancias juegan en contra por muchas razones, entre otras porque cuesta más salir del caparazón, el que sea, del confort del hogar, a veces de lamerse una vieja o nueva herida como es un marido muerto, ausente, lo que sea. Porque no tienes el entusiasmo de los veinte años o el tirón o la inercia de alguien más.

Pero yo creo que la felicidad propia nos la curramos cada uno, nadie es responsable de ella. Sea cual sea tu estado civil o militar. Pienso que hay mucho balón que se echa fuera y que algunas personas son muy hábiles en echar la culpa a los demás. Y algo pueden tener, pero toda no. Todo es comprensible, pero no todo es razonable. Me dan pena algunas viudas, pero me da pena mucha otra gente, mucha más: porque objetivamente lo tienen más duro. Mira una patera y aprende, le dije una vez a alguien.

Empecé con las viudas y ya no sé en qué he acabado. Da igual. Con las tripas está escrito y escrito queda.

La casa de las viudas 1)


Sigo otro día con el individuo y la comunidad, hoy me toca hablar de una comunidad especial, la comunidad de vecinos de mi madre. La casa de las viudas. Son legión.

Las viudas han debido de ser importantes a lo largo de la historia en algunas culturas. En otras se tenían que quemar en la pira funeraria con el difunto. Leo a San Pablo y alucino, las menciona todo el tiempo. Joé con el apostol y las viudas ¿le financiaban, le daban acogimiento o tenía él una tía viuda y estaba muy mentalizado?

En casa de mi madre son unos 75 vecinos, de ellos calculo que el 80% son viudas. Y las hay de todos tipos.

Blanca es viuda sin hijos. Desconsolada siempre, y eso que hace más de 20 años que murió su marido. Tiene muchos sobrinos nietos y una hermana, la única que le queda ya, Machús, que la anima y no deja que decaiga. Machús es mi ídolo, de mayor quiero ser como ella: lleva sombrero vaquero, es divertidísima y me pide que le informe si su hermana se puso el traje del año pun. Me chivo sin que me pague, aunque me da unos abrazos que me deja medio muerta. Blanca lleva con santa paciencia los desvelos y cariños de su hermana, pero ella lo que quiere de verdad es estar en su casa, que es donde está tranquila y donde los recuerdos de su marido, que fue un santo varón, le arropan más.

La viudedad discrimina a los hombres y no se ha montado una plataforma que reivindique por qué las mujeres vivimos más en general y los tipos la diñan antes, a veces con una diferencia de 20 o 30 años. Llamaré a Bibiana y se lo comentaré. Si hay igualdad, que sea para todos.

El desconsuelo de una viuda no es directamente proporcional al amor o buena vida que le proporcionó el finado. Ni de broma. Hay una viuda en mi casa cuyo marido no fue precisamente ejemplar, al menos en público. De hecho, una vez nos le encontramos haciendo manitas en Embassy con una que no era su mujer. Ni se inmutó el tío, siguió como si tal cosa. Pues bien,  en el recuerdo de su mujer fue un marido y un hombre ejemplar. Es enternecedor oírle hablar sobre su difunto.

Maria Jesús, presidenta de una asociación de viudas, vive también en mi casa. Y es del tipo viuda de armas tomar. Lleva la voz cantante en la asociación, en la parroquia y donde se ponga por delante. Me cae bien, tiene arrestos, si le dieran el ministerio de economía salíamos adelante seguro.

Hay viudas que lo fueron jovencísimas. Marca quedarse viuda, con hijos y sacarlos adelante. Es una fortaleza que no está clasificada y debería estarlo: fortaleza de viuda. Es una fortaleza diferente, especial, tanto de empuje como de aguante, admirable siempre, incluso cuando te dejan protegida financieramente, mucho más todas esas que se quedan con una mano alante y otra atrás. Y las hay, muchas de la generación de mi madre.

Algunas viudas reviven. Es así. Era una mujer poquita cosa, se muere el susodicho, y comienzan a pasárselo bomba y a tener como personalidad propia a veces: a viajar, salir, entrar, hacer planes a diestro y siniestro. A veces esto es resultado de una larga enfermedad que las enclaustró al cuidado del marido. Otras es cuestión de una verdadera liberación, la verdad, porque de todo hay en la vida, y hay hombres que se las hacen pasar canutas a sus mujeres, como lo contrario, mujeres que hacen pasar el purgatorio o el infierno en vida a sus santos.

Entre esas viudas, que reviven como reacción, y las que no quieren enterrarse en vida, porque no les da la gana, se mantiene, por ejemplo, el teatro en Madrid y gran parte de nuestra oferta cultural que se nutre de quienes vienen de fuera y de las viudas.

Voy al teatro y estoy rodeada siempre de mujeres, o casi siempre. Entre semana, siempre. La Asociación de Vecinos de Leganés, que más bien es de viudas, todas en el teatro. La de Orcasitas Sur, también llena de viudas y en el teatro. El teatro debería hacer un homenaje a las viudas, son un público seguro y fiel.

Hay más tipos de viudas, seguiré mañana.

jueves, 18 de diciembre de 2008

No está bien. No es un derecho. y 3) El aborto, para Blanca. Antes del antes.


Blanquita, me está costando esto mucho. Pero acepto siempre dos tipos de invitaciones: las de una amiga, sean las que sean, y tu madre lo es, y las de irme a tomar una copa casi con cualquiera (si puedo salir del Boalo porque la nieve no lo impide).

Quedamos en que el origen remoto de todo aborto están dos personas que tienen una relación sexual que produce una nueva vida. Te conté, aunque tendrías que ser tonta si no lo supieras ya, que hay muchas razones para irse a la cama con un hombre, y no solo por amor, aunque ya solo la palabra amor abre mil posibilidades. Quise dejar claro que no voy a partir de una premisa que no es tal -el "amor" presidiéndolo todo-, porque, como dice tu madre, hay que abrir los ojos. No cejar en la verdad, y en lo deseable, pero contar con la realidad de la que formamos parte, no somos ajenos a ella.

Y creo que es de recibo contar con honradez todo, no sólo una parte: no te encuentras un día con un embarazo así como así. Un embarazo no ocurre siempre en el marco de un matrimonio o de una pareja estable y que se quiere, no es así. Y no basta con decir no al aborto, Blanca, con eso no arreglamos nada o muy poco.

Y me he dejado muchas más cosas en el tintero, sólo he expresado las que pienso que una adolescente debe de saber, dejé otros temas más duros como malformaciones, problemas económicos, porque con todo, creo que para una chica como tú esta información sobra, y es la otra -con la que te vas a poder encontrar más facilmente y de la que hablo- la que puede servirte.

¿Podemos atajar esa barbaridad del aborto a través de la prevención del embarazo? Sí y no.

Me explico y espero que tu madre entienda que siendo católica y creyendo en lo sagrado de la vida, en el matrimonio como sacramento (porque creo de verdad no me he casado, entre otras razones, tiene guasa esto), sé que toda persona joven debe de contar con esta información.

Creo, para empezar, que es posible y deseable explicar a los jovenes que se puede decir que no. Creo que es importante defender el derecho a decir que la abstinencia sexual previene embarazos: ça va de soi, que dicen los franceses. Y no se puede estigmatizar a quienes así piensan, por religión o por simple y llano sentido común, sólo con el último basta. Especialmente cuando se pretende que personas de 13 a 18 años tengan el derecho, al menos, a decir que no. Luego a veces es más fácil, o no, pero se está más protegido, en muchos sentidos. Y más seguro.

Creo que también, con la misma naturalidad, tengo derecho a decir que la educación sexual que me interesa, y que creo que es humana, no es la de la fontanería. Me explico: creo que no hay que explicar a ninguna persona dónde hay que meter qué. Me parece una chorrada esto, una estupidez. Y prefiero el corrillo del recreo, la conversación entre chicas -que aclara mucho más- o, si me apuras, hasta el playboy.

Todo menos que un tipo (o tipa) muy serio te muestre con un plátano cómo se pone un preservativo o te explique cómo masturbarte en la clase del 4º b. ¿Estamos locos o qué? Bien los padres, que sí, pero no seamos idiotas: más allá de los padres, están los amigos del verano, tus primos y todo un "círculo informal pero a la vez protegido" que nos "informaban" de estas cosas.

Me horroriza la explicación de la sexualidad como un deporte, una actividad física más: eso es de anglos gilis, no es de hispanos que sabemos dónde ir y qué hacer. Joer, que no, que nos hemos quedado en la genitalidad, o en una especie de burocracia procedimental. Qué tristeza, Blanca, los pájaros tienen un mejor apareamiento que nosotros, un tempo, un cortejo, más belleza. De sexualidad se aprende leyendo o viendo cine, no con ensayos y manualillos que te duran para un ratín. Lo que te puedan explicar en un clase jamás será lo importante. Y tú ciertas cosas las sabrás siempre antes por algo que tenemos a raudales, una forma de inteligencia casi animal, el instinto.

Creo que no es baladí que un tipo comparta la cama con alguien. Me niego a que expliquen esto como si fuera biología dos puntos. No. Ni como biología ni como filosofía. Ninguna de las dos cosas. Es humanidad, y la aprendemos sobre la marcha: con la literatura, en el bar, con la novia, en cuchicheos, con el cine y escuchando a tu corazón, tu conciencia y tu cuerpo. También en familia: una mujer con un padre que ejerce y no es un calzonazos o un gili aprende estupendamente qué puede y qué no puede esperar de un hombre. Y queda para toda la vida, Blanca.

Todo menos la educación sexual en clase con un tipo muy serio que manda callar. Amos anda.

Solucionado el tema de la educación sexual -en la que, como ves, no creo-, vayamos al tema que más parece "importar" de la educacíón sexual más allá de la fontanería y cómo se llama cada cosa, es decir, cómo "prevenir embarazos".

Ya lo he dicho. No teniendo relaciones antes de que puedas ocuparte potencialemente de un niño que puede ser concebido en cierta medida de una manera fácil, rápida y hasta tonta (echa un vistazo a Juno, película guay). Decidiendo bien cuándo puedes asumir una responsabilidad como esa y actuando en consecuencia.

Teniéndo relaciones si es posible con un tio que no sea gilipollas -no sólo por el potencial niño, es que es mejor tener relaciones con gente normal- y que, si pasa, pues sabes que no será un animal. A esto, a distinguir tíos, no te enseñará un profe, sino tus amigas, tu familia y la vida.

Idea clara: los métodos anticonceptivos fallan, en mayor o menor medida, pero infalibles no son. Y desde luego que un preservativo en manos de un tipo de 15 años es como para no fiarse, le expliquen lo que le expliquen. Y si es como el del anuncio es como para salir corriendo.

Eligiendo, como dije -y elegimos Blanca, las mujeres elegimos más de lo que creemos-. No te sientas culpable por decir que no a un tío, a salir con él o al lo que sea, aunque te mire con ojos de cordero. ¿No estás segura? Dí que no y santa paz. La última palabra es la tuya, a veces la primera también. Porque no recordamos esto pasan algunas cosas que pasan, y no solo el aborto, si no, no se explica que mujeres y chicas "normales" salgan, se casen o sigan con animales. Tú eres alguien siempre, con tío o sin tío al lado que te diga lo buena que eres o que estás, recuérdalo.

Mejor aún, más adelante, Blanca, elige con ese alguien, sois dos, alguien que tiene sentido común y te quiere, es la clave. En conciencia. Delante de Dios, si eres creyente, tiene más que ver con todo esto que lo que pensamos. Y se puede tirar de la risa con nuestra torpeza, en todos los sentidos. Yo creo que de hecho lo hace.

A propósito. Hace unas dos semanas Toi (a la derecha también) posteó en su blog una cosa sobre sus 6 hijos que me pareció para inclinarse: es decisión de 2 personas, de 2 y de nadie más, antes. Nadie puede meterse en lo que 2 personas deciden "antes" de la concepción. Porque es su decisión. Y habrá interpretaciones sobre la paternidad y maternidad responsables, pero desde luego tú serás la madre o el otro el padre, y nadie, nadie, te dirá si eres más o menos generoso, más o menos lo que sea. Porque serás tú con la otra persona quien educarás y criarás, no sólo darás a luz, que es lo de menos casi.

Con toda honradez y como dijo Pepa. El aborto no es un método anticonceptivo, jamás. Ni un recurso final, ni una "solución" o mal menor: es fuente siempre de mayor desdicha que la que intenta prevenir, sin punto de comparación.

La prevención de embarazos no depende del condón. Hace falta ser idiota para pensar así, mucho menos en edades donde se es irresponsable por naturaleza ¿no pueden conducir, no son responsables ante la ley y vamos a creer que se van a poner un condón? Lo que queremos es que no nos den la lata, por Dios, no sólo que no se queden embarazados. Lo que quieren algunos es que los padres no vigilen la hora de llegada, les das un condón y te olvidas: cómodo ¿no? Pero hay padres que son eso: padres. Y por ahí no van a pasar.

En cualquier caso, el condón no es para demonizar. Lo digo como lo pienso.

De igual modo, tener relaciones sexuales -a los 15 y a los 40- no es como jugar un partido de tenis o irse de copas. Para algunas mujeres desde luego no lo es. Pero tampoco se acaba el mundo, ni tampoco empieza, la vida sigue, mejor dicho, todo esto es parte de ese río que es la vida, no un aparte.

La educación sexual que pone el acento en la prevención de embarazos vía el condón es de una pobreza apabullante, sin mencionar su vulgaridad: ni es educación, ni es sexual, porque esto no va solo de no quedarse embarazada. Hay más cosas en juego de las que un condón no te protegerá: un corazón roto no lo previene un Durex.

Abre los ojos. Hay tíos estupendos. Y estúpidos también. Como las mujeres, en la misma proporción. Tú eliges muchas cosas. Pero otras no pueden, no deben, estar en tu mano: no es justo. Y la vida ya creada no es cuestión de una elección de la mujer, ya no, ni de la mujer, ni del Estado, ni de nadie. Muchos médicos lo saben bien, muchas enfermeras también. Y se niegan a practicar un aborto: porque son honrados.

El aborto es una muerte violenta. Y sí es cuestión de elección, por supuesto: en la duda, siempre por la vida siempre y por el más débil, también. Eso nos hace humanos.

Lo otro son 4 pasos atrás, de toda la humanidad. Cada vez que hay un aborto todos los damos.

No está bien. No es un derecho. y 2) El aborto, para Blanca. Antes.


Antes del aborto, Blanca, una mujer se fue a la cama con un hombre. Antes de quedarse embarazada pasó algo. Tan viejo como el mundo.

¿Podemos evitar el aborto? Sí, y de muchas maneras. Y esta es la parte que quizás será poco ortodoxa, y la siguiente y última.

Hay muchas razones por las que un hombre y una mujer tienen relaciones sexuales. No digo hacer el amor, que es una cursilada, ni otras cosas, soy una señora y me niego a hablar como un carretero. Tantas razones como personas. Y quien te diga que es por amor, y sólo por ello, te miente.

En cualquier caso ¿qué es amor? Te dije que no sería romántica. Cada uno ama y entiende el amor como él o ella es, ergo, hay tantas versiones de amor como personas y tiempos de esas personas. Somos todos muy distintos y además no somos los mismos a los 20 que a los 40.

Sí, lo que queremos todos es que nos quieran, y para siempre. Así estamos hechos, mujeres y hombres, pero la vida es más rica o más puñetera, ambas cosas. Y nos engañamos también, un montón. Multiplica además que en esto hay dos personas: la progresión es infinita.

Seguramente habrás visto ya que una chica se acuesta con un tipo para no parecer una estrecha. Así es, pero no solo a los 15, a los 35 también. Las revistas juveniles o femeninas nos lo recuerdan: es un estigma no solo ser virgen, sino también no tener a nadie con quien te vas a la cama. Hemos llegado a esa locura.

Es como si fueras de otro mundo y no se puede quedar mal. Hace falta valor para decir que no. Conservar al amigo, al novio incluso, no siempre es fácil, dependiendo del tío y de otras cosas. En ciertos ambientes, además, o tienes novio con el que te acuestas o "amigo con derecho a roce" (o "amigos", así es la vida) o te miran como a una selenita, parece que hay que tener alguien con quien irse a la cama sí o sí.

Se sigue sin entender la amistad hombre y mujer -fundamental para entender también la castidad y hasta la humanidad-, sea por los "progres" que al final ni de coña, o por los "conservadores", porque tampoco se lo creen y andan siempre con que si hay algo más: qué aburrimiento.

No soy un hombre, sólo puedo hablar como mujer, así que te contaré, otras muchas razones por las que una mujer decide que pasará la noche o la tarde con un hombre, y no precisamente en el cine. Vale, es decisión de dos, pero creo que nos entendemos. Porque si tú no quieres el otro ya puede ser Brad Pitt o Sean Connery.

Ignoro las razones de los chicos, creo que son más fáciles. Pero no estoy segura.

"Quiero retenerle y sé que lo retendré así". Tan viejo como el mundo, Blanca. Las mujeres lo sabemos desde que nos ponemos rimmel, si no antes. Dependiendo de tu habilidad de enganchar al chaval, se puede retener unos meses o un poco más. Mala cosa. Pero sucede, a los 15 y a los 30. Aunque el tiro puede salir por la culata y la cazadora escaldada y hecha puré. También pasa.

A veces no es retener, es que piensas que así te querrá o te querrá más. Hay de todo. Buenas intenciones también. Hay gente que se acuesta hasta por pena que te da el otro, créetelo.

"Me siento sola, no le quiero o no sé qué siento, pero me sentiré menos sola si estoy con alguien que me abraza un ratito más o menos largo". Otra razón más vieja que el mundo. Tramposilla, pero opera a los 25 y a los 45. La soledad es dura. Otra razón por la que nos vamos a la cama. Suma si la persona no tiene amigos, si tiene una familia problemática o inexistente.

Es otra razón que te hace caer en los brazos mejores o peores del que pasaba por ahí: tenemos ganas, unas ganas físicas (que ni pa'tras son solo de los tíos) mezcladas con más cosas, y todas pueden estar bien, porque somos humanos. Lo que ocurre es que se confunde uno a veces más de lo que estaba. Te vas a la cama y ves menos claro, porque todo se mezcla. Pasa. Y entra la costumbre (mira más abajo), y más cosas. Y no sabes ya si sí, si no, si qué sé yo. A veces irse a la cama no es el mejor modo de saber si quieres a un tío, sino de enredarse, él o tú. O ambos.

"Le quiero". Razón fundamental. No hay nada de qué hablar aquí, aunque el "le quiero" tenga más de mil interpretaciones. La más humana de las razones, mezclada con algunas de lo anteriores, también humanas, no lo olvides. Blanca, nada es negro ni blanco completamente. Como alguien dijo en un blog cercano, no hay compartimentos estancos, menos en una mujer donde todo está conectado con todo. Es bonito que todo este conectado, que no seamos princesas de cuento, angelitas, que incluso cuando queremos y queremos bien se deslice nuestra imperfección como mujeres. Amamos como somos, recuerda.

Y luego hay más.

Estoy borracha hasta las cejas: así veo yo a las chicas del botellón que entre bebida y lo que no es bebida no recuerdan con quién estuvieron al final. Tampoco te creas que es tan lejano a algunos adultos, no somos mejores que vosotros, que tu generación, ni de broma. Reviste otras formas.

La costumbre. Pues sí, compartir la cama con alguien puede ser también cuestión de costumbre, con la misma persona, quizás, o también asumir como cosa dada que el sábado noche hay que pasarlo con alguien, con quien sea, o unas vacaciones: como el cepillo de dientes en la maleta, tienes que tener un tío que meter en tu cama. No hace falta más que estar en el mundo para ver esto.

La sorpresa, la afinidad o el aburrimiento. Te encanta tanto un tipo que te vas a la cama, pero no por nada premeditado, es que estabas hablando tan a gusto que ni te das cuenta que estamos pasando de h a b. Y que si me miras, te miro, que sí, que no, que no sé qué ha pasado.

No hay que tener miedo jamás a la amistad con un tío, pero sí sentido común y sentido de la lealtad: a quién es él, a quién eres tú y a las circustancias de cada uno. Con ser un poco lista lo podrás hacer, y buena tía, de verdad. Nosotras solemos ver esto 20 km antes que ellos, sigue tu instinto y protégete, protégele: de verdad, no con un condón. No dejes que suceda si no puede y no debe suceder. Depende de él, también, por supuesto, pero el radar lo tenemos puesto nosotras mejor.

Y luego, aunque parezca una chorrada, hay relaciones por aburrimiento. Tal es el caso de los que trabajan en cine, pongo por ejemplo: horas y horas de convivencia, de rodajes pesadísimos, echas tanto de menos a tu chico, joer, la gente del cine es promiscua por simple y llano aburrimiento. Se podían llevar el punto de cruz, pero se acuestan. Son fatales la soledad, estar agotado y la mezcla de tristeza y aburrimiento. Como son letales otros ambientes: 3 meses de Erasmus sola en un país, no conoces a nadie, compartes piso con un tipo genial, oscuridad a las 3 de la tarde. Vamos, es que tampoco es tan extraño. De nuevo: sentido común.

Todos podemos meter la pata o no meterla, actuar a conciencia, en conciencia y porque realmente queremos o por descuido: con 16 y con 36. Y no pasa nada: jamás te asustes, Blanca, no te quedes en el susto, sea cómo sea éste. No te enganches en una metedura de pata si fue tal, sigue adelante. Rectificando e intentando hacer las cosas mejor en su caso, pero jamás hundida. Ni extrañada de tu torpeza: somos torpes todos, todas.

Podríamos seguir hasta el infinito, porque te he hablado de las relaciones "clandestinas": de las "legales", entre hombre y mujer casados, dejo que te hable tu madre que es una señora casada. Me niego a hablar de la vida matrimonial, para eso está tu madre, no los teóricos de la cosa. En cualquier caso ella también sabrá de todo: más, mejor y antes que cualquiera, otra seguridad que debes tener, Blanca.

Pues bien, dado que las mujeres somos fértiles -con suerte, jo, es una suerte, yo lo veo así- unos días de cada mes, te puedes quedar embarazada, si estás en periodo fértil, cada vez que te vas a la cama con tu marido, el tipo que pasaba por allí, un gilipollas o un premio nobel (que puede ser más tonto todavía). Con y del que quieres y con el que convives, y con y del que dices ¿qué narices hace este tío en mi cama? Con y del que deseas que se quede y no puedes vivir sin él, y con el que quieres que desaparezca de tu vida y no sabes cómo. De esto va el aborto también.

Por eso, en cierta manera, debería una mirar con quién narices se va a la cama, aunque sólo fuera por eso. También habría que mirar un poquito no sólo con quién te casas, sino con quien convives, sales o tienes una relación afectiva que no puedes ni calificar a veces, pasa. Es políticamente incorrecto decir esto, pero es así. Porque da la maldita o bendita casualidad de que nuestra "reproducción" - terrible concepto, ni de broma debería usarlo-, más bien la "creación" de vida- está unida al hecho de que dos tipos de distinto sexo se acuestan.

Podríamos ser caracoles, que son hermafroditas, u otra especie que tiene solo 2 celos al año y la hembra no se deja ni aunque la maten salvo en esos 2 periodos. Pero somos personas. Y estamos así hechos. Cada vez que una mujer se acuesta con un hombre y ella está en periodo fértil y él lo es.

Y la sexualidad, lo siento feministas e ingenuos varios, está unida a la posibilidad de dar vida. Toma ya. Como que nos morimos: es la realidad. No es una maldición, Blanca, es lo que es.

Esta es la verdad, quizás no toda, pero una parte. Hay más, sigo luego. Intentaré ser un poco más romántica y menos dura. Pero nunca te mentiré. Intento no mentirme ni a mí misma.

No está bien. No es un derecho. 1) El aborto, para Blanca.

Este es la entrada que más tiempo me ha llevado pensar. Y mira tú por donde, Blanca, que la entrada de hoy en el blog de tu madre, Sunsi, me ha dado el espaldarazo.

Va por ti, guapetona, si tu madre, leído esto (que va en 3 partes), decide que lo leas.

Si no, no pasa nada, entiendo que es tu madre quien tiene la responsabilidad de tu educación y lo que yo puedo decirte aquí sobre el aborto es posible que no le parezca oportuno.

Empiezo esta entrada como la tenía pensada antes de hoy, de ver la llamada de tu madre en su blog.

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No quería hacer daño, ni siquiera el más leve, porque quiero a muchas personas, y muy especialmente a algunas que son muy amigas. Quiero a algunas personas más que a otras, no soy neutral, soy humana.

Lo último que quieres es poder provocar el más mínimo dolor a nadie, abrir o hurgar en heridas, mucho menos dar lecciones.

La vida hace que quieras a mucha gente que además te quiere un montón, también a aquella que abortó. Y a la que quizás tú no ayudastes con la palabra oportuna, con la insistencia adecuada, o de otro modo. No supe hacerlo.

Queda en mi conciencia, lo sé. No supe, no pude, no sé qué pasó.

Si escribo esto ahora es porque la verdad, la que da calor y no sólo luz, es siempre importante.

Hay que buscar siempre la verdad, con paz, pero con decisión.

La verdad nos hará libres, a todos. A mí también. La verdad siempre, Blanca, aunque nos acarree la soledad o el aislamiento social, la incomprensión, las mentiras de otros, la sospecha o el juicio despectivo, el esfuerzo de empezar de nuevo y a veces desde cero, o, simple y llanamente la vergüenza y el dolor al reconocer que pudimos equivocamos en su día, que hicimos mal, el arrepentimiento. Así lo creo y así intento practicarlo.

La verdad puede tener facetas, por supuesto, caras diversas, pero hay algunas caras que son más completas que otras, pienso.

Parte de esa verdad que da calor y acoge -sin acoger, la verdad no es nada, sin amor nada somos- es que hay que defender siempre al más débil, al que no tiene protección, que en este caso es el concebido y no nacido. Así lo veo.

Hablo pues del aborto, del aborto provocado.

Vaya por delante que yo no soy madre ni he estado embarazada en mi vida. Es posible que esta circustancia me invalide para opinar, creo que no, pero por si acaso lo digo por sinceridad: no he pasado por la experiencia de un embarazo, ni deseado ni no deseado.

Y también lo digo: me hubiera gustado. Sin tristeza, sin dolor, con mucha paz, sin remordimientos, sin nostalgia e incluso con sentido del humor y alegría: me hubiera gustado. Aunque no tengo idealizada la maternidad, ni mucho menos el hecho de estar embarazada: conozco madres que lo son sin haberlo estado, y al revés. Por "ser madre" (quedarse embarazada e incluso parir) no se "es madre" (pregunta a tu madre qué es ser madre, mejor aún: mírala). Enciende la televisión y mira las barbaridades que una madre puede hacer o consentir.

Creo que cuanto menos idealicemos todo, mejor. Perdona Blanca este post y el siguiente donde habrá de todo menos romanticismo.

Creo que abortar está mal.

Sé que está mal.

Sé que no es bueno, no es humano acabar con la vida del que todavía no ha nacido pero está ya en el vientre de su madre, que no hay razones suficientes, de peso, para ello.

No hay razón nunca para matar a nadie, tampoco al que todavía no ha pasado por el canal del parto pero está ya.

No es bueno para el ya engendrado, porque la vida es un don -y me da igual que sea divino o natural, paso del tema de Dios aquí- sobre el que no debemos decidir los humanos cuando ya está aquí.

No es nuestra decisión.

Y no es mi cuerpo, ni de coña.

Ese es un lema feminista más falso que Judas.

Para empezar sobre mi propio cuerpo tampoco decido mucho ¿le digo que no se ponga enfermo acaso y me escucha?

Pero es que, además, no es mi cuerpo: es un cuerpo dentro del mío. Alucinante. Un alien. Un hijo también, así lo llamamos, hijo. Pero sobre todo, OTRO ser humano.

Por muy terrible que pensemos pueda ser esa vida, supuestamente desgraciada ¿quién somos nosotros para decidir que un síndrome de down no merece vivir, que no será feliz?.

¿Qué sabe nadie de qué es calidad de vida? ¿acaso nosotros, primer mundo, somos mejores, más felices y aportamos más al mundo que un mendigo hindú concebido por un padre borracho en una madre?

No seré yo quien decida ni quien apoye dar muerte a quien ya está.

Pero sé también que el aborto no es bueno tampoco para la madre, consienta más o menos, con más o menos información, sobre el aborto.

Lo sé. Lo he visto. Es otra seguridad, más allá de que el no nacido pero concebido no es una "almeja", sino un ser humano.

El aborto es algo que queda ahí en la vida de la mujer que abortó, para siempre, sobre lo cual se informa poco, muy poco.

Muchas mujeres son víctimas del aborto también ellas, creo que a fin de cuentas casi todas, lo vean ellas o no lo vean.

Leí en el blog de Jose A (amarillo limón, a tu derecha) que cada vez que hay una pena de muerte el mundo entero retrocede. No puedo estar más de acuerdo.

Cada vez que se produce un aborto provocado todos damos tres o cuatro pasos atrás. Me impresionó cómo le explicaba Jose A y lo entendí también en clave del aborto, aunque el no se refería al aborto sino a la pena de muerte: tanto da. Es una pena de muerte sin tribunal el aborto. Sin testigos ni defensores, nadie, Blanca.

No está bien. Y jamás es un derecho, aunque lo pretendan. Y las leyes podrán decir Misa, pero da igual. No es un derecho disponer sobre la vida ajena, nunca.

Un aborto, Blanca, es eso que has visto y que deberíamos ver todos en esos vídeos que corren por ahí: la muerte violenta de un ser vivo que da la casualidad que es una persona no nacida pero concebida.

Y lo hacen como lo ves, Blanca.

Succión, sal, cortando en pedacitos. No lo olvides jamás. Abre los ojos.

No es una mera extirpación de un conjunto de células.

Y no es tampoco una cosa facilita aunque te duerman.

Te lo dicen las propias mujeres que abortaron, por mucho que algunas vayan a una manifestación para aplaudir al barco abortista. Qué pena.

Pero tampoco olvides lo que, con permiso de tu madre, te voy a contar en la segunda y tercra parte de esta entrada. Quizás es la primera, o quizás no, la segunda parte de todo esto: cada vez que una mujer se acuesta con un hombre. Es el antes y el antes del antes.

Para la entrada de hoy no encontré música, no hay música para algo tan terrible e inhumano como el aborto. Me parecería una frivolidad.

Del yo al nosotros. Del nosotros al yo. 2)



Qué connotaciones tan distintas pueden tener los diferentes tipos de agrupaciones humanas. Pienso en el equipo y me encanta, me horroriza en cambio el concepto de colectivo. Creo en la comunidad y soy de la opinión que sentirse miembro de una tribu es peligroso.

De igual modo que los anglos nos envidian el sentido de familia que tenemos los latinos e hispanos, yo les envidio a ellos el concepto -y realidad- de equipo.

Somos un desastre creando equipos en este país. Demasiado individualistas. Pensamos que tenemos que comulgar con el otro al 100% para trabajar con él en algo. Otras veces es más simple: no tenemos la generosidad de alma para compartir lo poco que sabemos. Porque siempre es poco lo que uno sabe. Nos da miedo que alguien sepa más. No creemos en las medallas colectivas, sino en las individuales: o es a mí, y sólo a mí, o como que no.

Vemos a los demás como amenaza: los españoles somos a menudo muy desconfiados. No hace falta ni mencionar la envidia. En vez de emular al otro, de perseguir nuestro "propio estilo y destino", queremos a menudo minimizar el éxito del otro. Sus conocimientos, sus habilidades y el simple reconocimiento de los demás nos hacen pupa.

Todo esto es fatal para hacer equipo, concepto que se basa precisamente en la idea de "todos ganamos" (win-win), "todos juntos somos más listos que cada uno por separado", "todos juntos llegamos más lejos que cada uno por su lado". Puede ser utilitarismo, sí, pero inteligente y simplemente realista. Y hasta más divertido, eso seguro. Aparte de que hay muchas cosas importantes que no se pueden hacer en solitario, la empresa es una de ellas.

La universidad española es ejemplo de nuestra resistencia al equipo. Habitualmente no son equipos, son tribus: o eres de los míos o eres de los del "otro". Y al frente de cada tribu habitualmente un tío al que se le rinde pleitesía incondicional. Tantas veces la gente hastiada se acaba yendo de la Universidad, fuera de España si puede, la que más vale a menudo lo hace.

Es cierto, no es oro todo lo que reluce en los anglos y el sentido competitividad a muerte también está muy presente en muchos equipos anglos, en empresas, especialmente los yankees: dentro del equipo, entre unos y otros, hay películas estupendas sobre esto.

Pero lo que yo he visto en empresas y en la universidad de otros países es que el equipo tiene un sentido, y las organizaciones lo saben y los alientan, sean informales o formales.

Echo de menos mucho trabajar en equipo, ahora sólo lo hago por proyecto, mucho más puntual. Y lo necesito.

Por eso me encantan los musicales. No es sólo que me guste ver bailar y cantar tan bien, es que a veces son 70 personas en escena haciendolo bien y eso tiene mucho mérito. Son un equipo.

Con formar parte del Chorus Line ya me bastaba. Este One es del musical del mismo nombre. ¡Qué (sana) envidia!

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Del yo al nosotros. Del nosotros al yo. 1)



Grupo, equipo, familia, comunidad. Conexión, intereses comunes, afinidades, bien común. Nosotros.

Individuo, persona. Libertad, independencia, conciencia. Yo.

Que somos seres sociales, necesitados de otros, nadie lo pone en duda.

Que a la vez necesitamos nuestro ámbito de libertad, cierta independencia y autonomía, y no diluirnos en el grupo -sea cual sea éste- también es cierto.

Vengo pensando en ese yin y yang del grupo y el individuo, en su bipolaridad, en cómo equilibrar la necesidad del primero con lo segundo.

Nos hacemos en un grupo que más bien es un comando especial y singular llamado familia, ligados por lazos de sangre, también de espíritu. Y mucho más.

La familia tiene cosas estupendas y las puede tener terribles.

Me acuerdo siempre del Padrino diciendo con esa voz ronca y oscura "la famiglia", tantas veces coartada para hacer el mal.

El mafioso adora a su madre y posiblemente a su mujer, pero fuera de las mujeres de "su familia" o las de otros mafiososo, las demás no tienen dignidad, él mismo puede irse de putas o ser un proxeneta. Es un discurso y una visión no tan lejana.

Pero además, bajo la invocación de la familia, bajo la idea del bien común que protege, se pueden cometer barbaridades en ella, no sólo fuera de ella. Así ha sido a lo largo de la historia.

Ahora nos pasamos por el lado del individualismo y la familia parece más como una suma o simple coincidencia de intereses individuales, cuando no un enfrentamiento de ellos. Así no se puede explicar ni vivir la familia, creo.

Pero "antes" no era todo idílico, especialmente para muchos, sobre todo para muchas.

martes, 16 de diciembre de 2008

Pesados, pelmazas y plastas. Final y 3)

Más ejemplos de los pesados del tipo maniáticos, los de la clase 5.



El orden. Hay gente histérica con esto hasta extremos patológicos. Excepto que tengan niños y dejan de "poder" ser maniáticos. Y es que es casi imposible ser un maniático del orden con niños por la casa: se acaba cediendo por acoso y derribo de los pelmas enanos (ver 3). Pero, como se viva solo, tienes bastantes más papeletas para acabar como Nicholson o peor.

Sea orden material, sea orden vital, mucho más peligroso el último, dónde va a parar.

Conozco una gran variedad de gente, de todos los colores, que coloca en apartados a las personas, los tiempos y las cosas, y no deja que se salgan de donde están, no vaya a ser que les compliquen la vida.

¿Qué harían fuera del orden establecido, sea el que sea? A lo mejor pensarían o harían algo diferente. ¡Qué miedo!

Son pelmas, son pesados, no cambiarán un jueves por la tarde que toca gimnasio por una copa a destiempo. O no aceptarán una visita "inoportuna" o algo que se salga de sus esquemas: y pueden hacer la vida imposible o muy difícil a los demás, a ellos mismos también.

De nuevo: vivir solo o tener "el mando" único de lo que sea -incluso el de la televisión- te puede hacer así. Hay que tener cuidado y aceptar la sorpresa como parte de la vida. Porque no tenemos nada bajo nuestro control, absolutamente nada ni a nadie tampoco. Ni siquiera sobre nuestra vida.

Y es que el pesado peor es el "freak" controlador. Hay muchos.

Hay mujeres, también hombres, obsesionados con el control. En nosotras se une la necesidad psicológica de seguridad, que puede llegar a rayar lo patológico, con el reinado tradicional que tenemos en el hogar: pensar que sólo nosotras hacemos las cosas "como hay que hacerlas", perseguir a los demás porque no las hacen y luego nunca estar contentas por cómo las hacen.

Podemos llegar a ser unas pelmas de espanto, regañonas y permanentemente insatisfechas, y ellos también: la necesidad de control sobre las circustancias, los demás, y hasta las pretensiones de control excesivo sobre uno mismo a veces, revelan una personalidad poco estable, además de ser un pelma.

Corta Drácula, que llevo escapulario: fuera, fuera, ni en pintura ser controladora.

Por favor, que me lo digan, que me horroriza y se cae en ello con suma facilidad.

6. Pesados aburridos. Aburres hasta las ovejas es un dicho muy ilustrativo. Estos pesados se combinan con el 1, 2, 3, 4 y 5 (los monotemáticos o monoregistro; los pesados en longitud; los del acoso y derribo; los yoistas; y los maniáticos).

Porque, al final, ser pesado en cualquier modalidad es provocar el cansancio, el tedio, el bostezo o incluso las ganas de salir corriendo del personal por cualquiera de las modalidades ya descritas.

Sí, también se puede ser pesado aburrido sin nada de lo anterior, por simple previsibilidad o falta de ... ¿apertura de mente, miras, flexibilidad?

Asumo que todos en nuestra vida somos así en algún momento, nos puede la seguridad, queremos cierta rutina o la necesitamos para poder pisar un suelo que creemos firme. O simplemente somos muy limitados, esa es la verdad.

Pienso también que podemos llegar a ser aburridos para las personas que nos conocen bien, ya nos tienen muy vistos, la convivencia es así. Y San Pedro sería un pelmazo para su mujer casi seguro. No hablo de suegras y parientes políticos porque es un tópico.

Me acuerdo de mi padre, que era todo menos pesado. Pero nos resistíamos a que nos contara un chiste, ya nos los sabíamos, se los habíamos oído casi todos.

El otro día sorprendí a mi sobrina con la misma reacción ante su padre que yo tuve ante el mío. "No te hagas el gracioso, papá".

Nadie es profeta en su tierra.

Es hasta bueno que nos consideren pesados en nuestras familias, porque lo somos de alguna manera. Y que nos lo digan nos frena de serlo más casi seguro.

Podemos concluir así con el deseo de que todo pesado sea algo bueno, por lo que nos toca.

Todos los humanos podemos ser pesados a tiempo completo, parcial, a destajo, por temporadas o haciendo horas extras y sin cobrarlas.

Sólo Dios no es pesado, nada pesado. Es un consuelo el que no lo sea, pero sobre todo que nos quiere así: pesados, cada uno en su estilo. Deus caritas est.

Había pensado en acabar con bacalao, música pelma e insistente donde las haya, pero he decidido que hay que tener piedad y que bastante han hecho con leer a esta pelma hasta el final. Gracias. Diane Krall es todo menos pelma, casi como Dios. Hasta que sea número 1 de los 40 principales: la odiaremos. Sólo Dios no sacia.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Pelmazos, pesadas y plastas. 2)

Sigamos con los tipos de pesados.


4. Los "yoistas". Este es tipo de pelma más común casi. Es fácil caer. "Yo quiero", "opino", "a mí me pasa", "soy", "pues a mí, en el año 75....": desde el niño de 3 años, que es muy rico, pero habitualmente un yoista, y además un pelma de acoso y derribo (ver tipo 3), hasta el adolescente, que es cierto que tiene que afirmarse, pero que sólo piensa en si mismo. Hasta otros muchos que acaban siempre hablando de si mismos, remitiendo todo a su persona.

El yoismo pelma atraviesa todas las edades, clases sociales y laborales, pero se ceba en las edades adultas en algunos "intelectuales" y gentes del pensar, yoistas un poco más sofisticados que el niño de 3 años. Se alimenta así a menudo este yoismo de un exceso de escucha de la voz interior, fundamental e importante sí, pero a veces cansina, aunque se exprese de cine. Especialmente cuando se expresa bien.

En coaching, que puede ser también una pesadez, pero que tiene cosas valiosas, te enseñan la diferencia entre escuchar a nivel I, nivel II y nivel III, algo que tiene mucho que ver con el pelma yoista.

Escuchar a nivel I. Oyes lo que te dicen, pero estás pensando siempre en qué vas a decir tú y no escuchas realmente lo que dice el otro, tan entretenido estás en elaborar tu respuesta, en poder aportar -a veces hasta con buenas intenciones- algo o "completar" lo que el otro dice. Tienes "tu" agenda. Es el caso del yoista.

Escuchar a nivel II. Escuchas, e incluso estás atento para hacer preguntas al otro para entenderle mejor, no "pillarle" o "matizar" lo que el otro dice. Le atiendes de verdad, no tienes "tu" agenda, sino que estás en lo que el otro dice, el foco ya no es tu juicio, tú.

Escuchar a nivel III. Es la escucha global que intenta captar todo lo no verbal, que también dice mucho. Has cerrado de momento tu "yo qué pienso sobre esto" para entender -y acoger- al otro, que no sólo se expresa en lo que dice, sino en cómo lo dice, el tono, su lenguaje corporal, sus reacciones.

Pues bien, el mundo está lleno de yoistas que permanecen toda su vida en el nivel I de escucha y que te sueltan su rollo, "su" agenda, cada dos por tres. A veces es una agenda que ni siquiera es la suya: la han oído tanto que no saben realmente ni qué piensan ellos. Y se convierten en meros transmisores y correctores de estilo: una locura.

Es cierto que, por ejemplo, un blog dificulta algo la escucha a nivel II, hace casi imposible la III y puede ser un útil alimento de la I: pero no sólo como "autor", sino como comentarista también. Es el caso de algún troll: joe, qué resistencia tienen algunos, son más pesados que una vaca en brazos.

El pelma yoista asola las empresas, la universidad y muchos otros ámbitos -"mi visión", "mi solución", "mi tesis"- especialmente en el contexto español, tan malo para los equipos y tan proclive al dictador que llevamos dentro, junto a ese ácrata que también somos cada español. Pedimos para nosotros una libertad que no permitimos a los demás, hay terror a que lo que dice el otro nos haga sombra, en el fondo es un problema de inseguridad y tantas veces de envidia.

El pelmazo humano se junta así al individualista español que puede ser un auténtico rollazo. "Yo too lo llevo dentro": el complejo Lola Flores. Existe en todas partes, pero, en el fondo, es un simple pelma, sea cátedro o director de marketing, autor de bitácora o compulsivo lector y guardian de la ortodoxia o de los puntos sobre las íes, no vaya a ser que nos nos enteremos.

5. Maniáticos pelmas. La película de Nicholson, "Mejor imposible", muestra bien cómo se puede ser así. Somos más maniáticos con la edad, creo. Y si vivimos solos es más fácil serlo. Por eso, es muy importante tener amigos, niños alrededor, adolescentes y gente que te frene en tus manías, sean las que sean. Que se rían de ti, te desordenen, te llamen a destiempo y pasen de tu orden, tu visión y tu mundo.

Las manías pueden ser muy variadas y hasta tontas, pequeñas, nimias. Cada uno tiene las suyas. Puede ser madrugar o, al revés, tomarse como una ofensa que alguien se levante a las 7. A mí me horroriza que alguien más esté en la cocina, otros no resisten que las copas se pongan así y no asá. Dios es misericordioso y hace que nos queramos a pesar de nuestras manías: es una prueba irrefutable de su existencia y bondad, como cuando no nos manda un rayo justiciero cuando cantamos de pena en Misa. Habría que cantar como Joe Coker, pero esto es también una manía: no soportar que se cante mal.