Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.

sábado, 18 de octubre de 2008

A veces veo cursis 2) Causas remotas


Ya apunté en la anterior entrada que la televisión ha hecho mucho, casi todo, por la cursilería reinante.

Pero yo no me conformo con una simple constatación de una evidencia, por lo demás, supina.

Yo quiero ir más allá. Creo que no sería justo echarle toda la culpa a la televisión.

¿Como nació lo cursi? ¿En qué momento histórico se desarrolla? ¿Cuáles son las causas remotas y próximas?

Para abordar la solución al problema hace falta primero saber su origen remoto, muy remoto.

Genesis I, II, Dios crea el mundo, es bestial, es precioso, Dios hace too, hasta los chinches que tienen también su misión, Dios hace al hombre (francamente bien), le deja un ratín solo para que tenga un poquito de tranquilidad e incluso pueda meter baza, aparece Eva y se ilumina el Edén, focos a tope, sigamos, sigamos, la serpiente, zas, que nos ocultamos porque tenemos vergüenza y no sé bien de qué. Nos echan.

Esto va por ahí, yo creo que está ahí.

La primera hoja de parra. No, no me acaba de gustar lo de la hoja...

Pondré la imagen no de la hoja sino de Raquel Welch cuando los dinosaurios dominaban la tierra. Chicos, me debéis una, todos.

Eva con pieles o con hoja de parra, da igual.

Sencilla, natural, no hacía falta más. De verdad, hace falta bastante poco para que los demás (ellas y ellos) nos quieran, les gustemos, nos amen.

No sé, debo de ser optimista, pero yo lo veo así.

Eva-Raquel que de repente dice que no, que con las pieles esas o desnuda que no acaba de estar bien...

No, no se le ocurre a ella, si ella sigue su instinto, si lo sigue, que para eso lo tenemos, sabe que está ya de muerte. Pa' cualquiera. En cualquier sentido.

Pero no fue así, no es así.

La serpiente estaba (está) por ahí y sugiere que ella necesita algo más para gustarle a Adán, también a las amigas -había ya otras tribus-, a los animales en general, no sé, a las vecinas.

Que una como es al natural o con las pieles esas, pues que no gusta, que no es capaz de atraer - retener- mantener el amor de Adán. Tampoco el de otras personas que también importan en la vida y mucho.

Esa serpiente le sugiere que tal y como es ella, Raquel-Eva, no es suficiente.

Hay que hacer un dobladillo, un frunce, algo, algo, en tu indumentaria textil o espiritual, liarte un poquito, para que el personal te quiera.

Con este trabajo de la serpiente comienza la increíble labor de muchos, pero entre otros de: modistos, estilistas, asesores de imágen, y demás comentaristas de la cosa esa de cómo debemos ser las tías que no hacen sino añadir cursilería a lo que Dios nuestro Señor hizo perfecto. (Me he pasado pero creo que en el fondo no)

Comienza también el reinado de las cursis que hoy llega a su apogeo en las revistas femeninas, el programa de Ana Rosa, las columnas de Carlos García Calvo, Nati Abascal y, en general, la impostura y afectación que nos asola y que fue motivada por una curiosa razón: Eva-Raquel -media humanidad, no son solo las tías- piensa, cree, que no la van a querer si es como ella es, como Dios la hizo.

Y lo piensa porque la serpiente ahí estaba, está, haciendo su labor de zapa.

Es por ella por la que hay cursis en el mundo, por la puñetera serpiente de las narices que nos hace sospechar que con el cuerpo serrano y un par de pieles na más no estamos ya de muerte. No hablo del físico solo, por supuesto.

¿Sugiere algo la serpiente esta tipo Boris Izaguirre al hombre? Eva es no sólo las tías, es la humanidad sin distinción de sexo, pero en cualquier caso voy a verlo desde la perspectiva de género...

Por supuesto, lo mismo pero un poco distinto. El tipo es como más simple y quiere igualmente que le quieran. No hay más en la naturaleza humana, bueno sí, pero poco más.

Boris Izaguirre-serpiente tienta a Adán diciéndole que tiene que ser inteligentísimo, listisimo, el rey del mambo, un amante que te cagas, un tipo que siempre tiene la respuesta y si no se la inventa, un padre ejemplar, que ha triunfado en la vida o que piensa hacerlo en breve.

Y claro el Adán este que puede tener 20 o 50 años se ve como sobrepasado a poco listo que sea: que lo suele ser. No por na, joder, es que él no es Dios y sabe que no lo es. Esto Adán lo tiene muy claro.

Y entonces el Adán que por naturaleza no es gilipollas, insisto porque la mayoría por naturaleza no lo son, se monta una historia para no dormir y comienza, él también, a ser un cursi redomado a ver si así, siendo lo que no es, consigue que alguien, Eva- Raquel o en general el mundo, que también cuenta, le quieran.

Hay Adanes que se hacen Directores Generales no porque les guste serlo -que puede ser- es que de verdad que creen que alguien les va a querer más por ello. Son unos cursis.

Hay Adanes que te cuentan una milonga alucinante, su cosmovisión del mundo impoluta, qué cabeza, qué seguridad, qué aplomo ... sin una duda, tú. Son unos cursis.

Hay Adanes incapaces de mostrarse naturales y como son: están aherrojados por un cúmulo de no sé qué extrañas cosas de muy diversa índole, habitualmente por el miedo.

Cursi: intentar ser lo que uno no es.

Cursi: no estar seguro de que como uno es es ya -pero ya- la leche, también muy limitado/a, es parte de nuestro encanto, sin esa limitación no somos nadie tampoco.

Cursi: afectarse por medio de afeites varios y excesivos, de palabra, obra u omisión... para tapar nuestra desnudez original, que es debilidad y es fortaleza a la vez.

Lo dicho. La serpiente que nos tienta. La culpa de los cursis lo tiene la serpiente. Seguiremos después. Voy a por un vino que es la hora del aperitivo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Jua, jua, jua y, al mismo tiempo, molt bé!
Me ha gustado mucho la parte dedicada a lo masculino. Obvio.

Lo de Eva-Raquel me da pie a dos comentarios. Uno, la Welch participó en pocas películas, casi todas en cuestión de tres años. Hasta que nos dimos cuenta de que no era buena actriz... Eso sí, llenaba la pantalla como nadie.

Dos. Conozco una cliente que se llama Eva Raquel y que, no sé si casualidad, es un bombón rubiales con una voz encantadora. Y nada tonta, por cierto.